martes, 17 de noviembre de 2015

El sueño de Adriano en Tivoli

El mundo romano tiene desde siempre mucho tirón, en el siglo XV, por ejemplo, el descubrimiento de los frescos de la Domus Aurea inspiró a pintores y arquitectos dando comienzo al Renacimiento. El "efecto imperio romano" tuvo su replica muchos años después con las excavaciones de Pompeya por parte del que luego seria Carlos III de España, en las décadas finales del 1700, dando lugar al "estilo imperio" impulsado por Napoleón, pero con clara inspiración en el arte y la arquitectura romana.

Roma en la literatura

Además de los cientos de tratados eruditos sobre el mundo romano, los comunes mortales hemos podido disfrutar del "efecto imperio romano" en varias novelas de gran calidad a comenzar con Robert Graves y su "Yo, Claudio" de 1931 para continuar con "Memorias de Adriano" de Margarita Yourcenar. Ahora hay un verdadero boom de novelas ambientadas en esta época. Desde la genial serie de libros de Colleen McCullough que narran desde la republica romana hasta los albores del imperio hasta los penosos de Massimo Manfredi o los entretenidos de Robert Harry.
Adriano un emperador español
Para nosotros Adriano es un emperador que juega en casa, continuador de otro emperador de origen español como es Trajano, fue un hombre que trepó al poder apoyado por la propia mujer de Trajano, de la que se comenta que era amante, y por una esposa que tenia una buena pasta y muchos contactos para mantenerle en el poder.
El periodo de Adriano se considera como uno de los más prósperos y pacíficos de la historia del impero.
Adriano era un hombre muy culto, filosofo, músico, arquitecto, refinado y muy admirador de lo oriental y de lo griego. Pero también era un hombre disoluto y atormentado.
Su reinado se lo pasó viajando por todo el imperio construyendo cosas, pacificando y sobre todo, no aumentando territorio, sino conservando bien lo que ya se tenía. Una máxima de Augusto que hasta entonces pocos emperadores habían respetado.
Entre las obras que levantó, además de la muralla de 117 km que construyó en Inglaterra para defenderse de los que ahora llamaríamos escoceses, destaca su Mausoleo o Castel Sant'Angelo en Roma.
Pero lo que sin duda lo define es la Villa Adriana en Tivoli, a pocos kilometros de Roma.

Los misterios de Adriano

La idea era construir una casa lejos y cerca de Roma en la que poder descansar, ser osanado por amigos y cortesanso y dedicarse a sus aficciones y vicios con discreción. Lejos de las miradas de los habitantes de la capital del imperio a los que no se les escapa nada.
Esta villa es como la corte de Versalles, tiene 120 hectáreas, en parte la diseño el mismo y se nota. Por sus ruinas encontramos citaciones de sus viajes a oriente, sobre todo de Egipto y de grecia pero también encontramos recuerdos de su gran pasión: Antinoo.
Parece que este joven entró en las "gracias" del emperador y murió de forma misteriosa. Era joven, tan solo veinte años, era bellísimo y en el Nilo encontró su destino. En su honor en la villa hay una tumba- templo con patios, fuentes y arcos monumentales, pero Adriano no se quedó en eso, también ordenó que el culto a Antinoo fuese seguido por todo el imperio y que se celebrase el día de su cumpleanos, además de retratarlo en monedas, bustos y estatuas comparando a el mismo con su joven amante con Dionisio y Osiris.
Y comon así le parecía poco, mandó construir un obelisco en su honor en el que se cuentan las ceremonias de su culto y que actualmente se puede ver en la avenida del Pincio en Roma.

Curiosidades 

Parece que el emperador interviniese constantemente en el diseño de la villa, de hecho Cassio Dione comenta que estas interferencias pusieron de los nervios al famoso arquitecto Apollodoro di Damasco que se estaba haciendo cargo de las obras y en un momento dado perdió la paciencia y le dijo " Id y continuad a diseñar vuestras calabazas" con lo que se refería a las cúpulas del Serapeo que estaba mandando construir en la villa.
Pero la obra que le costó la cabeza al pobre Apollodoro fue el Panteon de Agripa, edificio del que aún se puede disfrutar en su majestuosidad y que se había quemado. Pues bien, se cuenta que las ansias arquitectonicas de Adriano chocaron con la profesionalidad del de Damasco y la partida termino con el arquitecto ejecutado.
Con los años Adriano se convirtió en un viejo insoportable y cuando murió el pueblo romano lo celebró tanto que su sucesor Antonino Pio sudó tinta china para conseguir que le dejasen enterrarle y divinizarle.