miércoles, 7 de septiembre de 2016

Los 50 años del vino de San Gimignano



Se cumple en 2016 50 años de la DOC

El Vernaccia de San Gimignano es un vino blanco, parecido al Rueda, si es que se pueden comparar los vinos, que este año cumple sus primeros 50 años de la denominación de Origen.
Como en Italia, la promoción de sus caldos se la toman muy en serio, el consorcio de productores ha organizado una anteprima el 14 y 17 de febrero en el Museo de Arte Contemporánea de esta localidad.
El evento lo pagan los 38 productores de este vino que han abierto el monedero y han invitado, en primer lugar, a los mayores compradores de vino a nivel nacional e internacional y en segundo lugar a más de 200 periodistas acreditados de todo el mundo.

Naturalmente, no esperan que esta iniciativa les dé beneficios inmediatos en las ventas de esta añada, que por otra parte, se espera excelente, lo hacen para crear marca que es algo que los italianos saben hacer muy bien.
Una inversión impresionante, si se considera que una botella de vernaccia puede costar de 6 a 20 €.

Conocer San Gimignano, el Manhatan de la Edad Media

San Gimignano es otro de esos lugares llenos de encanto que merece la pena visitar cuando se viaja por la Toscana. 
Está a una hora de Florecia, y a una hora de Siena, así que puede ser una parada más relajada entre una y otra ciudad.

Los orígenes son legendarios, como en casi todas las ciudades italianas. En este caso, parece que dos hermanos (igual que en Roma lo hicieron Romulo y Remo) son los protagonistas de la historia. 
Si alguno de vosotros se acuerda de las Catilinarias de Cicerón os sonará que un tal Catilina (que era un patricio romano un tanto gañán, pero que en este caso concreto tampoco le faltaba razón) se levantó en armas contra el senado romano y plantó batalla en Toscana. Perdió miserablemente y del éxodo de sus tropas salieron los hermanos Muzio y Silvio, que fundaron este pueblo que originalmente se llamaba Mucchio.


Luego en el Siglo X, con Atila a las puertas, el obispo del lugar, que se llamaba Gimignano, de alguna manera consiguió que el bárbaro no entrase, así que en agradecimiento le hicieron santo y pusieron el nombre a la ciudad. (hay que reconocer que son de lo más agradecido)


La torre, símbolo de poder


En la Edad Media San Gimignano era rico y famoso porque tenía una espléndida posición estratégica en el camino entre Florencia y Siena y por la producción de azafrán, especia muy valorada como colorante, no solo alimentario, como lo usamos ahora en casa para la paella, sino también para otros fines, entre ellos la tintura de las lanas.
Otra fuente de ingresos nada despreciable eran los préstamos. Hay que tener en cuenta que San Gimignano está en la provincia de Siena y que el banco más antiguo del mundo en activo,  el “Monte dei Paschi di Siena”, se fundó en esta zona en 1492.(así que tienen experiencia centenaria para poderte liar, yo tuve cuenta con ellos y sé de lo que hablo). 


De la bonanza económica surgieron varias familias que se disputaban fama y poder y la forma que se les ocurrió para demostrarlo fue la construcción de torres. Cuanto más alta, más pasta y así, en el 1300 se contaban unas 72 torres que, para el viajero de la época, le debía parecer como para nosotros hoy visitar New York.

Con el tiempo, las familias fueron a menos (la zona perdió su valor estratégico)  y el mantenimiento de las torres resultaba muy caro así que algunas de ellas se derrumbaron con el consecuente estropicio. Vista esta dejadez, al ayuntamiento se le ocurrió una idea para cazar dos pájaros de un tiro: poner un super impuesto sobre la altura de las torres.
Era una forma estupenda de hacer caja, asegurarse la seguridad de las construcciones y reafirmar el poder del ayuntamiento sobre las familias.
Lo que me imagino que no se esperaban fue que muchas familias decidieron derribar las torres con tal de no pagar y así, actualmente, sólo quedan trece torres.
Originalmente, las torres servían de almacén y vivienda dedicando las plantas más bajas a estas funciones y la más alta a la cocina, alejando el peligro del fuego de las zonas más habitadas. Tenía que ser frescas en verano, pero lo que se dice luminosas... como la boca de un lobo. (hay gustos para todos) 


Lo que hay que ver en San Gimignano:



El pueblo no es muy grande así que lo mejor es callejear y disfrutar de los rincones pintorescos y de las vistas espectaculares del valle, paseando entorno a las murallas.
Hay cuatro plazas preciosas que no hay que perderse: la de la Cistena,(parada obligatoria en la heladería Dondoli, que ha sido la nombrada varias veces la mejor heladería del mundo)  la de Duomo, la Pecori y la delle Erbe.


Las calles principales son la de San Matteo y la de San Giovanni que cruzan San Gimignano de parte a parte y es dónde podemos encontrar las pequeñas tiendas de productos artesanos, de gastronomía, algunas galerías de arte contemporáneo interesantes y los inevitables recuerdos.

También merece la pena visitar el Duomo, obra del 1.148 que tiene unos frescos impresionantes y un museo muy interesante.

El Palacio Comunal (ayuntamiento) que es sede del museo Cívico con numerosas obras de las escuelas de Florencia y Siena y desde dónde se puede acceder a la Torre Grossa, del 1.311, que con 54 metros de altura permite disfrutar de unas vistas maravillosas del paisaje toscano.(Y quemar un montón de calorías. Tiene más de doscientos escalones.) 

Lo que hay que comer


Además del  helado Dondoli, el Vernaccia de San Gimignano es un vino blanco que tiene denominación de origen y que hay que probar. Si os gusta la carne y la pasta os aconsejo “le pappardelle al cinghiale” pasta con salsa de jabalí perfumadísima y exquisita.  

lunes, 5 de septiembre de 2016

El Coliseo, símbolo de Italia.

Ver el Coliseo y pensar en Italia es todo uno.
Hace unos años terminaron los trabajos de restauración.

Las obras consistieron en limpiar la fachada,  quitar una serie de bustos de emperadores romanos que había en la primera planta.
El punto didáctico tan de moda ahora consiste en una serie de maquetas para ver cómo funcionaba el edificio y alguna chuchería que ha salido en las excavaciones.
El patrocinador ha sido la empresa Tod’s que ha adelantado 25 millones de euros y que tendrá derechos sobre el edificio, inicialmente mientras duraban los trabajos, después, parece que, gracias a un segundo acuerdo, se ampliarían otros dos años y por lo que se lee en la prensa italiana, los derechos de Tod’s y de la asociación de amigos del Coliseo se pueden ampliar hasta 15 años.

Un negocio redondo si se considera que el año pasado este gran circo recibió la visita de 5. 650.000 personas recaudando, en ese mismo tiempo, unos 40 millones de euros. Ante esto, el Tribunal de Cuentas Italiano está que trina.
En todos los sitios cuecen habas y en mi casa a calderadas.

El Coliseo en metros.

El Coliseo se empezó a construir en el 75 d. C hasta el 80 d. C. Se utilizaron 100.000 metros cubos de travetino. Tenía 189 metros de largo, 156 de ancho y una altura de 48 metros. En unas dimensiones tan impresionantes, incluso para nuestra visión contemporánea, podía albergar entre 50 y 70 mil espectadores en una superficie de 24.000 metros cuadrados.
Para acceder a la arena había 80 entradas

Un día en el Coliseo.

La cosa empezaba con el “editor” es decir, el que organizaba los juegos, que organizaba una cena abierta al público para los gladiadores y así la gente podía ver a su favoritos más de cerca. A la mañana siguiente, desfilaban y empezaban las luchas que podían ser con animales y hombres o entre hombres.
A la hora de comer se aprovechaba para las ejecuciones que iban desde las crucifixiones, a echar al prisionero a las fieras. Por la tarde era cuando tenían lugar los mejores espectáculos.


¿Por qué se llama Coliseo?

Inicialmente, se llamaba Anfiteatro Flavio, porque lo mandó construir Vespasiano y su hijo Tito. En la Edad Media se empezó a llamar Coliseo, en teoría,
porque a pocos metros había una estatua colosal del emperador Nerón.
Hay otra teoría según la cual el nombre le bien de su proximidad a un templo de Isis “Collis Isei”. También se cuenta que cerca había un templo pagano en dónde se adoraba al demonio, y como al final de cada ceremonia los sacerdotes preguntaban a los fieles “Colis Eum?” (Adoras a él?). De ahí el paso a Coliseum, Coliseo en español.
Esta última teoría resulta un poco difícil de digerir ya que sería como si al Bernabeu dentro de 500 años lo llamasen “Gol”.


Vivir el Coliseo

Si ya habéis visto este monumento lo más probable es que hayáis pasado calor, Imaginar a los antiguos romanos a la chicharra varas horas, tenía que ser un suplicio por necesidad. Para evitar esto, el edificio estaba cubierto por unos grandes toldos sujetados con cuerdas y vigas de madera.
La entrada era gratuita y  cada grupo social tenía su puesto. Los senadores en las primeras filas, las vestales detrás, luego los caballeros hasta llegar a los esclavos y los no ciudadanos romanos que estaban arriba del todo.

En el Coliseo murieron miles de personas.

En la época de los gladiadores se realizaban rituales en los que utilizaban la sangre de los muertos en la arena. El mal rollo continuó en la Edad Media. En esa época los bandoleros utilizaban este espacio para enterrar a sus víctimas y en el 1.500 lo usaban magos y brujos que utilizaban las plantas que crecían en las ruinas por sus supuestos efectos mágicos,

Las plantas del Coliseo no tienen efectos mágicos, pero lo cierto es que varios botánicos llevan años estudiando la flora que ha crecido espontáneamente entre las ruinas. Parece que hay unas 350 especies diferentes algunas de las cuales tienen origen exótico.

Información fundamental 

Entrar en el Coliseo cuesta 12€. 
Lo mejor es ir pronto por la mañana para hacer la menos cola posible, pero advierto que aunque lleguéis a las 8.00 siempre os encontraréis gente delante. No es dificil comprender que si todos los años pasan por la puerta más de cinco millones y media de personas, las colas monstruosas son inevitables. 
Hasta hace poco, se podía entrar en el foro romano gratis y se podía comprar la entrada para el Coliseo y el Palatino o sólo el Coliseo. Ahora lo mejor es comprar la entrada para el Foro, Coliseo y Palatino y dura dos días para que dé tiempo a patearlo todo. 
Llevad bocatas y agua si lo queréis ver en el mismo día para evitar volver a hacer las colas una y otra vez.


Si por el contrario, preferís parar un segundo y comer sentados como unos señores, hay varios restaurantes bastante buenos y de precios bastante razonables, para ser Roma, en la zona de la via dei Santi Quattro.  Queda al lado opuesto del Coliseo considerando la salida del Metro. Además también hay un Carrefour express. 
La mejor época es noviembre. 
El Horario. 

Se abre todos los días de: 8.30 a 16.30 hasta el 15 de febrero
del 16 de febrero al 15 de marzo desde las 8.30 hasta las 17.00.
desde el último domingo de marzo hasta el 31 de agosto desde las 8.30 hasta las 19.15 y del 1 al 30 de septiembre desde las 8.30 hasta las 19.00.
Cierra dos días al años el 1 de enero y el 25 de diciembre.