domingo, 19 de febrero de 2017

Roma en resumen

Galería Borghese
Visitar Roma puede ser como sacarse un Máster en hacer colas. Hay que llegar pronto a todas partes y aún así es fácil estar una hora o más haciendo cola antes de conseguir entrar. Pero hay sitios como la Galería Borghese que al tener un número clausus de visitantes y ser obligatoria la reserva, uno ya sabe a qué hora va entrar y cuándo va ha salir.
La visita a este impresionante museo requiere de un mínimo de dos horas y, si bien siempre hay gente, no hay aglomeraciones.
La galería está en el corazón del parque de Villa Borghese. Se puede entrar por varias partes pero las más frecuentadas son, la que empieza en Piazza del Popolo, o la que cogiendo un ascensor en Piazza de Spagna te deja muy cerca de la Galería.
La estructura alberga, en una primera planta un buen número de grandes obras escultóricas entre las que destacan las de Bernini: el David, el Rapto de Proserpina, Apolo y Dafne, Eneas, Anquisese y Ascanio y la cabra Amaltea.
Bernini es el gran escultor del barroco italiano y sus obras se encuentran prácticamente por toda Roma. Por la calle las podemos ver en la Fuente de los Cuatro Ríos, en la Fuente del Tritón, en la base del obelisco de la Piazza Spagna, en la menos conocida Fuente de las abejas.
Como no podía ser de otra manera, el escultor también tiene obra en varias iglesias romanas como el Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni en San Francesco de Ripa. El Éxtasis de Santa Teresa en Santa María de la Victoria y naturalmente el diseño de la Basilia de San Pedro.
Pero las más interesantes se encuentran en Galería Borghese.

La colección más bella del mundo

Así fue definido este conjunto de obras maestras y no le falta razón ya que el cardenal Scipione Borghese inició la construcción del edificio y la adquisición de obras prácticamente al mismo tiempo con la intención, precisamente de poseer las mejores obras artísticas del momento.
¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que el cardenal que tenía, indiscutiblemente muy buen gusto, encargó obra a los mejores artístas de su época, como Bernini, pero que también decoraba las salas del palacio con lo mejor. Mármol de excelente calidad, frescos realizados por los mejores artesanos crean una decoración exquisita
y de super lujo que no tiene paragón. Era un hombre con un paladar ecléctico. 
El cardenal no se limitó a las esculturas, estucos, pavimentos de mármol con maravillosos motivos geométricos, también invirtió en pintura adquiriendo obras de los mejores artistas como Caravaggio, Tiziano y Rafael o Lucas Granach.
Lo curioso es que los temas más recurrentes no son de carácter religioso, como sería de esperar de un principe de la Iglesia sino que, la impresión que se tiene visitando la Galería, se acerca más a la que se tiene visitando un palacio de un principe con un decidido gusto por el desnudo de ambos sexos.
Scipione Boghese, que era sobrino de un Papa, empezó a coleccionar y construir en 1610 hasta su muerte en 1633. Lo bueno es
que su familia heredó, además de las obras y los
palacios, el gusto por el mecenazgo. Por ejemplo Camilo Borghese, el sufrido marido de Paolina Bonaparte, hermana de Napoleón, contrató al escultor Canova para que realizara una escultura de su mujer.
Lo que no sabía el buen hombre es que la escultura iba a ser tan explicita. Paolina como Venus Vencedora era un poco "demasiado" para este príncipe romano que nunca quiso exponer la obra a las miradas de los visitantes. 

La pareja, evidentemente, terminó separándose pero a nosotros nos queda una obra del neoclasicismo capaz de quitar el aliento. 
La familia Borghese no está estinguida ni mucho menos y ha dado que hablar en la historia reciente italiana. El caso más llamativo fue el de Juno Valerio Borghese que fundó una organización ultra fascista y que en 1970 se exilió en España después de haber sido acusado de organizar un golpe de estado.
Actualmente, los miembros de esta familia siguen perteneciendo a la élite romana y se frecuentan con lo "mejorcito de la sociedad", parece que incluso eran muy amigos del anterior Papa Ratzinger.
La Galería Borghese fue vendida por la familia al Estado italiano ya que mantener en correctas condiciones semejante patrimonio requiere una ingente cantidad de dinero. 
El Gobierno italiano pagó 3,6 millones de liras italianas en 1902.

Horarios

Se entra cada dos horas a partir de las 9 de la mañana hasta las nueve de la noche.
Los lunes está cerrado y también el 25 de diciembre y el 1 de enero.
Hay que dejar bolsos y mochilas en el guardarropa.
No se puede comer ni bebe (como resulta obvio vista la importancia de la obras) 
La entrada cuesta 15€
Para llegar se pueden coger los autobuses nº 5, 19, 52, 53, 63, 86, 92, 116, 204, 217, 360, 490, 491, 495, 910, 926. o coger el metro Línea A, bajar en la parada de Piazza Spagna y seguir las indicaciones para Villa Borghese - Via Veneto.


lunes, 13 de febrero de 2017

Napoles en museo

El Museo Nacional de Nápoles no es un museo moderno de esos que te hacen recorridos "didácticos" y que te quieren explicar la importancia de dos piezas importantísimas que tienen expuestas y que en algunos casos son copias.
El de Nápoles es un museo clásico con un montón de piezas espectaculares que hablan por sí mismas.

En un primer recorido se encuentra gran parte de la colección Farnesio de escultura.
Esta colección estaba en varios palacios que tenían los Farnesio en Roma y, originalmente, era propiedad del Papa Farnesio, Pablo III. Algunas cosas las compró y otras las requisó de colecciones más pequeñas, (que es un modo de decir que se las robó a alguien que no se pudo defender).Algunas las cogieron de las termas de Caracalla.

En Italia se dice que "lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini" para explicar el inmenso expolio de obras de arte y el desmantelamiento del mármol que cubría los más importantes monumentos de época romana de Roma. Pero está claro que no fueron los únicos.

Tras la muerte del Papa, la colección fue pasando a sus familiares hasta que se extinguió la rama familiar directa y llegó a las manos de Isabel Farnesio, madre de nuestro Carlos III, que era también rey de Nápoles. La colección no vino a España cuando le coronaron rey de los españoles sino que continuó en Nápoles donde ya tenía un espacio propio.

El recorrido de Carlos III



El museo aloja varias salas de la época de este rey, pero la más interesante es la de la Meridiana. 
A finales del 1700, todos iban locos por la ilustración y por el desarrollo de las ciencias de ahí que se instalara, en una de las salas una impresionante meridiana solar de 27 metros de largo. Ésta, guiada por un rayo de luz que entra por una ventana, va indicando la constelación del zodiaco en la que nos encontramos durante todos los días del año.

Los restos de la hecatombe

Lo más interesante del museo no son estas impresionantes esculturas romanas. Que aún siendo magnificas tenemos ejemplares parecidos en otros museos italianos, sino las salas que dedican a los restos arqueológicos encontrados en Pompeya y Herculano.

Mosaicos, esculturas y lo más interesante: objetos de uso cotidiano de los ciudadanos que perdieron, algunos la vida, todos sus propiedades en la terrible erupción del Vesubio.

Hay mesas y sillas, pero también peines, cazuelas, copas e incluso trigo o alguna hogaza fosilizada por el tiempo. También se puede ver la estructura de una cama y los restos de varios libros (rollos de papiro) o incluso braseros.

También hay expuestos los frescos que adornaban las paredes de las villas, conservados en increíble buen estado y algunos de los mosaicos, es decir, los lujosos suelos de las casas. 
Uno de los más importantes es el que representa la victoria de Alejandro Magno contra el rey persa Darío. 
Es tan bonito que resulta difícil imaginar que alguien lo escogiera como suelo de su salón. Es como si hoy alguien pusiera en su casa la batalla de Napoleón en Waterloo.

Pero los gustos de esa época son muy diferentes de los nuestros como lo demuestran las piezas que han recogido en el gabinete secreto.
Si antes de ir al museo habéis visitado Pompeya o Herculano, os habrá llamado la atención los lupanares (Prostíbulos) que había. Más chocante resulta ver la cantidad de símbolos fálicos que ponían por todas partes, en teoría para conjurar la potencia viril que era, sin duda, la base de la cultura romana. A esto se añade una buena cantidad de frescos de carácter erótico bastante explícito.

Horario

El museo está abierto todos los días de 09:00 hasta las 19:30.
El día de descanso semanal es el martes y tampoco está abierto el 1 de enero, 1 de mayo y 25 de diciembre.
La entrada cuesta 12 €

lunes, 17 de octubre de 2016

Nápoles: no sólo pizza

Visitar Nápoles es toda una experiencia. Puede que algún viajero tiquismiquis diga que es una ciudad muy sucia. En realidad, está bastante más limpia que Roma, pero los edificios están en peor estado y eso da un aspecto de dejadez y suciedad que nada tiene que ver con las aceras.

Fotos Carlos Tejero
El motivo puede ser por que, en estos imponentes palacios conviven personas de toda clase social, del muy rico al casi pobre, y poner de acuerdo a tan variopinta comunidad de vecinos tiene que tener su injundia.
Otro motivo es que, si se observa, los mejores edificios son previos a la unificación de Italia y por mucho que la glorifiquen los mismos napolitanos, la unificación no fue ningún chollo para esta región. El gato al agua de la economía portuaria se lo llevó Génova a detrimento de Nápoles


Lo mejor de Nápoles son los napolitanos. En su inmensa mayoría es gente cordial, amable y con un gran sentido del humor. 
Por ejemplo: en una ocasión estaba en la estación Circumvesubiana y una señora le pregunta a un empleado de las ferrovías " Torre del Greco?" y él contentó todo serio "Ê sempre lì" (sigue allí).

Pateando la ciudad:

Spaccanapoli 
Es el decumano inferior, recuerdo del urbanismo de la época griega. Hay que recordar que Nápoles fue fundada por los griegos "Nea Polis"
Comprende varias calles. No busquéis una calle que se llame así en el mapa porque no existe.
Empieza en la Piazza del Gesu Nuovo y continúa por Benedetto Croce, atraviesa Piazza de San Domenico Maggiore, Piazzeta Nilo (dónde está el bar con el altar a Maradona)  y el Largo Corpo de Napoli. La parte central es la Vía de San Biagio dei Librai y concluye en la Vía Giudeica.
Vía San Gregoria Armeno
Es una calle paralela a Spaccanapoli y es muy curiosa porque está llena de tiendas que venden toda la parafernalia necesaria para hacer un belén espectacular. Tanto si os gustan los belenes, las miniaturas, como la artesanía, esta calle no tiene desperdicio.
Lungomare Via Caracciolo

Es imposible estar en Nápoles y no dar un paseo por el golfo. Podemos considerar el principio en en Maschio Angioino, una mole impresionante, y seguir paseando hasta Castel dell'ovo. Monumento que toma el nombre de un mito. Se cuenta que el poeta Virgilio regaló a la ciudad un huevo mágico que les libraría de todo mal, y en este edificio se conservaba.

En realidad, esta construcción es bastante más antigua. En la época griega edificaron algo, ya que se consideraba que fue, en esos escoyos, donde fue a parar el cuerpo de la sirena Partenope, que desesperada por no haber hecho caer en sus redes a Ulises (el de la Odisea) se suicidó.
De esta primogénita construcción no queda nada ya que en época romana el famoso general Lucio Licinio Luculo, se hizo un palacete que, conociendo sus gustos tenía que ser espectacular. 
Luculo sigue siendo sinónimo de exquisito y no es de extrañar ya que este personaje introdujo la piscifactoría, la cereza y el albaricoque entre otras cosas. 
Tampoco queda rastro de semejantes lujos y ahora se puede visitar una mole medieval que sigue manteniendo su mágico encanto. 
Es el sitio ideal para una cena romántica o para tomarse unas copas. Considerando siempre que en Italia, en general, no te van a dar un buen cubata, ni gin tonic, ni nada que se parezca a lo que estamos acostumbrados.
Mercadillo de Poggioreale
Está a un paso del Corso Umberto I y es el más famoso de Nápoles está abierto desde las 9 hasta las 15.00 y se puede encontrar de todo, desde antigüedades hasta ropa, sobre todo para chico. Hay muchos chollos.
Si os interesa ver la vida cotidiana de los napolitanos no os perdáis el mercado del pescado que está en Porta Nolana, a un paso de la estación Circumvesubiana, con un aliciente añadido, allí está la Trattoria da Giovanni. Un sitio de aspecto pocho en dónde sirven los mejores espaguetis con almejas que podréis tomar en toda vuestra vida. Y encima barato.
Galerías
Hay dos galerías que merece la pena visitar, la primera, en la via Toledo a un paso de Piazza Plebiscito, del Teatro San Carlo se llama Galleria Vitorio Emmanuele y es una preciosidad. Tengáis hambre o no, es fundamental comer un cannolo de la pastelería Lucy que está justo a las puertas. 
Una experiencia casi mística. También merece la pena las sfogliatella riccia o los babás que son más típicos de Nápoles, pero los cannoli que venden allí se los sueñan en Sicilia. 
La otra galería está a un paso del Museo Nazionale di Napoli y está dedicada a otro rey de Italia, Umberto I. Hace unos años era literalmente un vertedero, ahora la están recuperando. 
Comer en Nápoles
A parte de la trattoria y la pastelería que ya os he mencionado, parece imprescindible tomarse un autentico café napolitano en la cafería Gambrinus que está en Plaza Plebiscito. Es un local precioso y de mucho lujo.
La pizza la inventó un cocinero real napolitano (Rafaelle Esposito) para la reina Marguerita de Saboya con los colores de la bandera italiana: el rojo del tomate, el blanco de la mozzarella y el verde de la albahaca. 
Este plato se lo toman muy en serio en esta ciudad, así que podéis comerla en cualquier parte con la certeza de que va a ser exquisita. Un consejo: siempre con mozzarella de búfala. 
Mi restaurante favorito es el 7 soldi (sette soldi), en el Vico Tre Re, una bocacalle de Via Toledo, en el barrio español (Quartieri Spagnoli).Allí tienen unos buccanttini ai frutti di mare o unos spaghetti 7 soldi que mandan a paseo a la operación bikini de por vida. El precio es mucho más que razonable y el personal es muy amable. 
La pastelería napolitana es excelente. A parte de los babás, de las sfogliatelle y los cannoli, una cosa que hay que probar son los croissant rellenos de pistacho. Son dulces (nada que ver con nuestro pistacho salado) y si vais en Semana Santa, la Pastiera, un pastel relleno de ricotta que tiene su origen en ciertas fiestas paganas en honor a la diosa Cerere.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Los 50 años del vino de San Gimignano



Se cumple en 2016 50 años de la DOC

El Vernaccia de San Gimignano es un vino blanco, parecido al Rueda, si es que se pueden comparar los vinos, que este año cumple sus primeros 50 años de la denominación de Origen.
Como en Italia, la promoción de sus caldos se la toman muy en serio, el consorcio de productores ha organizado una anteprima el 14 y 17 de febrero en el Museo de Arte Contemporánea de esta localidad.
El evento lo pagan los 38 productores de este vino que han abierto el monedero y han invitado, en primer lugar, a los mayores compradores de vino a nivel nacional e internacional y en segundo lugar a más de 200 periodistas acreditados de todo el mundo.

Naturalmente, no esperan que esta iniciativa les dé beneficios inmediatos en las ventas de esta añada, que por otra parte, se espera excelente, lo hacen para crear marca que es algo que los italianos saben hacer muy bien.
Una inversión impresionante, si se considera que una botella de vernaccia puede costar de 6 a 20 €.

Conocer San Gimignano, el Manhatan de la Edad Media

San Gimignano es otro de esos lugares llenos de encanto que merece la pena visitar cuando se viaja por la Toscana. 
Está a una hora de Florecia, y a una hora de Siena, así que puede ser una parada más relajada entre una y otra ciudad.

Los orígenes son legendarios, como en casi todas las ciudades italianas. En este caso, parece que dos hermanos (igual que en Roma lo hicieron Romulo y Remo) son los protagonistas de la historia. 
Si alguno de vosotros se acuerda de las Catilinarias de Cicerón os sonará que un tal Catilina (que era un patricio romano un tanto gañán, pero que en este caso concreto tampoco le faltaba razón) se levantó en armas contra el senado romano y plantó batalla en Toscana. Perdió miserablemente y del éxodo de sus tropas salieron los hermanos Muzio y Silvio, que fundaron este pueblo que originalmente se llamaba Mucchio.


Luego en el Siglo X, con Atila a las puertas, el obispo del lugar, que se llamaba Gimignano, de alguna manera consiguió que el bárbaro no entrase, así que en agradecimiento le hicieron santo y pusieron el nombre a la ciudad. (hay que reconocer que son de lo más agradecido)


La torre, símbolo de poder


En la Edad Media San Gimignano era rico y famoso porque tenía una espléndida posición estratégica en el camino entre Florencia y Siena y por la producción de azafrán, especia muy valorada como colorante, no solo alimentario, como lo usamos ahora en casa para la paella, sino también para otros fines, entre ellos la tintura de las lanas.
Otra fuente de ingresos nada despreciable eran los préstamos. Hay que tener en cuenta que San Gimignano está en la provincia de Siena y que el banco más antiguo del mundo en activo,  el “Monte dei Paschi di Siena”, se fundó en esta zona en 1492.(así que tienen experiencia centenaria para poderte liar, yo tuve cuenta con ellos y sé de lo que hablo). 


De la bonanza económica surgieron varias familias que se disputaban fama y poder y la forma que se les ocurrió para demostrarlo fue la construcción de torres. Cuanto más alta, más pasta y así, en el 1300 se contaban unas 72 torres que, para el viajero de la época, le debía parecer como para nosotros hoy visitar New York.

Con el tiempo, las familias fueron a menos (la zona perdió su valor estratégico)  y el mantenimiento de las torres resultaba muy caro así que algunas de ellas se derrumbaron con el consecuente estropicio. Vista esta dejadez, al ayuntamiento se le ocurrió una idea para cazar dos pájaros de un tiro: poner un super impuesto sobre la altura de las torres.
Era una forma estupenda de hacer caja, asegurarse la seguridad de las construcciones y reafirmar el poder del ayuntamiento sobre las familias.
Lo que me imagino que no se esperaban fue que muchas familias decidieron derribar las torres con tal de no pagar y así, actualmente, sólo quedan trece torres.
Originalmente, las torres servían de almacén y vivienda dedicando las plantas más bajas a estas funciones y la más alta a la cocina, alejando el peligro del fuego de las zonas más habitadas. Tenía que ser frescas en verano, pero lo que se dice luminosas... como la boca de un lobo. (hay gustos para todos) 


Lo que hay que ver en San Gimignano:



El pueblo no es muy grande así que lo mejor es callejear y disfrutar de los rincones pintorescos y de las vistas espectaculares del valle, paseando entorno a las murallas.
Hay cuatro plazas preciosas que no hay que perderse: la de la Cistena,(parada obligatoria en la heladería Dondoli, que ha sido la nombrada varias veces la mejor heladería del mundo)  la de Duomo, la Pecori y la delle Erbe.


Las calles principales son la de San Matteo y la de San Giovanni que cruzan San Gimignano de parte a parte y es dónde podemos encontrar las pequeñas tiendas de productos artesanos, de gastronomía, algunas galerías de arte contemporáneo interesantes y los inevitables recuerdos.

También merece la pena visitar el Duomo, obra del 1.148 que tiene unos frescos impresionantes y un museo muy interesante.

El Palacio Comunal (ayuntamiento) que es sede del museo Cívico con numerosas obras de las escuelas de Florencia y Siena y desde dónde se puede acceder a la Torre Grossa, del 1.311, que con 54 metros de altura permite disfrutar de unas vistas maravillosas del paisaje toscano.(Y quemar un montón de calorías. Tiene más de doscientos escalones.) 

Lo que hay que comer


Además del  helado Dondoli, el Vernaccia de San Gimignano es un vino blanco que tiene denominación de origen y que hay que probar. Si os gusta la carne y la pasta os aconsejo “le pappardelle al cinghiale” pasta con salsa de jabalí perfumadísima y exquisita.  

lunes, 5 de septiembre de 2016

El Coliseo, símbolo de Italia.

Ver el Coliseo y pensar en Italia es todo uno.
Hace unos años terminaron los trabajos de restauración.

Las obras consistieron en limpiar la fachada,  quitar una serie de bustos de emperadores romanos que había en la primera planta.
El punto didáctico tan de moda ahora consiste en una serie de maquetas para ver cómo funcionaba el edificio y alguna chuchería que ha salido en las excavaciones.
El patrocinador ha sido la empresa Tod’s que ha adelantado 25 millones de euros y que tendrá derechos sobre el edificio, inicialmente mientras duraban los trabajos, después, parece que, gracias a un segundo acuerdo, se ampliarían otros dos años y por lo que se lee en la prensa italiana, los derechos de Tod’s y de la asociación de amigos del Coliseo se pueden ampliar hasta 15 años.

Un negocio redondo si se considera que el año pasado este gran circo recibió la visita de 5. 650.000 personas recaudando, en ese mismo tiempo, unos 40 millones de euros. Ante esto, el Tribunal de Cuentas Italiano está que trina.
En todos los sitios cuecen habas y en mi casa a calderadas.

El Coliseo en metros.

El Coliseo se empezó a construir en el 75 d. C hasta el 80 d. C. Se utilizaron 100.000 metros cubos de travetino. Tenía 189 metros de largo, 156 de ancho y una altura de 48 metros. En unas dimensiones tan impresionantes, incluso para nuestra visión contemporánea, podía albergar entre 50 y 70 mil espectadores en una superficie de 24.000 metros cuadrados.
Para acceder a la arena había 80 entradas

Un día en el Coliseo.

La cosa empezaba con el “editor” es decir, el que organizaba los juegos, que organizaba una cena abierta al público para los gladiadores y así la gente podía ver a su favoritos más de cerca. A la mañana siguiente, desfilaban y empezaban las luchas que podían ser con animales y hombres o entre hombres.
A la hora de comer se aprovechaba para las ejecuciones que iban desde las crucifixiones, a echar al prisionero a las fieras. Por la tarde era cuando tenían lugar los mejores espectáculos.


¿Por qué se llama Coliseo?

Inicialmente, se llamaba Anfiteatro Flavio, porque lo mandó construir Vespasiano y su hijo Tito. En la Edad Media se empezó a llamar Coliseo, en teoría,
porque a pocos metros había una estatua colosal del emperador Nerón.
Hay otra teoría según la cual el nombre le bien de su proximidad a un templo de Isis “Collis Isei”. También se cuenta que cerca había un templo pagano en dónde se adoraba al demonio, y como al final de cada ceremonia los sacerdotes preguntaban a los fieles “Colis Eum?” (Adoras a él?). De ahí el paso a Coliseum, Coliseo en español.
Esta última teoría resulta un poco difícil de digerir ya que sería como si al Bernabeu dentro de 500 años lo llamasen “Gol”.


Vivir el Coliseo

Si ya habéis visto este monumento lo más probable es que hayáis pasado calor, Imaginar a los antiguos romanos a la chicharra varas horas, tenía que ser un suplicio por necesidad. Para evitar esto, el edificio estaba cubierto por unos grandes toldos sujetados con cuerdas y vigas de madera.
La entrada era gratuita y  cada grupo social tenía su puesto. Los senadores en las primeras filas, las vestales detrás, luego los caballeros hasta llegar a los esclavos y los no ciudadanos romanos que estaban arriba del todo.

En el Coliseo murieron miles de personas.

En la época de los gladiadores se realizaban rituales en los que utilizaban la sangre de los muertos en la arena. El mal rollo continuó en la Edad Media. En esa época los bandoleros utilizaban este espacio para enterrar a sus víctimas y en el 1.500 lo usaban magos y brujos que utilizaban las plantas que crecían en las ruinas por sus supuestos efectos mágicos,

Las plantas del Coliseo no tienen efectos mágicos, pero lo cierto es que varios botánicos llevan años estudiando la flora que ha crecido espontáneamente entre las ruinas. Parece que hay unas 350 especies diferentes algunas de las cuales tienen origen exótico.

Información fundamental 

Entrar en el Coliseo cuesta 12€. 
Lo mejor es ir pronto por la mañana para hacer la menos cola posible, pero advierto que aunque lleguéis a las 8.00 siempre os encontraréis gente delante. No es dificil comprender que si todos los años pasan por la puerta más de cinco millones y media de personas, las colas monstruosas son inevitables. 
Hasta hace poco, se podía entrar en el foro romano gratis y se podía comprar la entrada para el Coliseo y el Palatino o sólo el Coliseo. Ahora lo mejor es comprar la entrada para el Foro, Coliseo y Palatino y dura dos días para que dé tiempo a patearlo todo. 
Llevad bocatas y agua si lo queréis ver en el mismo día para evitar volver a hacer las colas una y otra vez.


Si por el contrario, preferís parar un segundo y comer sentados como unos señores, hay varios restaurantes bastante buenos y de precios bastante razonables, para ser Roma, en la zona de la via dei Santi Quattro.  Queda al lado opuesto del Coliseo considerando la salida del Metro. Además también hay un Carrefour express. 
La mejor época es noviembre. 
El Horario. 

Se abre todos los días de: 8.30 a 16.30 hasta el 15 de febrero
del 16 de febrero al 15 de marzo desde las 8.30 hasta las 17.00.
desde el último domingo de marzo hasta el 31 de agosto desde las 8.30 hasta las 19.15 y del 1 al 30 de septiembre desde las 8.30 hasta las 19.00.
Cierra dos días al años el 1 de enero y el 25 de diciembre.