martes, 20 de mayo de 2014

El otro Burgos europeo

En la isla italiana de Cerdeña, en medio de las montañas, en la norteña provincia de Sassari, se erige, desde época inmemorial, un pueblecito de unos mil habitantes que se llama Burgos.
El Burgos castellano y el Burgos sardo tienen en común un clima duro. El de Cerdeña es más frio que el del resto de la isla y en verano es más caluroso y seco. (En cuanto a mal tiempo, el Burgos castellano gana por goleada, que sea claro.)
Los quesos del Burgos sardo también son excelentes y su historia, como la nuestra, también tiene su punto  álgido durante la Edad Media. Además, al igual que nuestro Burgos, ellos también tienen un castillo medio en ruinas desde el que se puede disfrutar de unas magníficas vistas.

La fortaleza fue construida durante la primera mitad del siglo XII por un “Giudicato” de Torres (Señor feudal) para defenderse del Señor de las tierras de Calgari.  Durante estas guerras, el castillo fue escenario de un terrible episodio protagonizado por el Señor de Calgari, Guillemo I que después de tomar el castillo, tomó por las malas a la mujer del Señor del castillo de Burgos, la catalana Prunisinda que murió a consecuencia de la violencia.
Posteriormente, el castillo fue la residencia de Adelasia de Torres, una señora con una vida de lo más interesante. Parece que Adelasia se casó en pompa magna con Ubaldo Visconti, heredero de media isla y de origen pisano. El Papa Honorio III que era enemigo acérrimo de Pisa envió a un prelado para deshacer el matrimonio pero la cosa le salió mal y se tuvo que conformar. Mientras tanto Adelasia heredó títulos y posesiones de su hermano Barisone III de Torres y de su marido Ubaldo Visconti. En 1233 Adelasia se encuentra viuda, cuarentona, riquísima y sin hijos. ¿Qué hacer? Casarse con un mozo de 18 años, guapetón y riquísimo: Enzo de Hohenstaufen, hijo bastardo del emperador del Sacro Imperio, Federico II que les convirtió en reyes de Cerdeña.
El matrimonio, como era de esperar ni duró mucho ni tuvo descendencia. A Enzo le hicieron prisionero en Boloña y ella se retiró al castillo de Burgos hasta su muerte.
Después de esto, el castillo pasó de los genoveses a los aragoneses que, finalmente, lo abandonaron.
Como todo castillo que se precie, el Castillo de Burgos también tiene sus misterios y leyendas. La más importante habla de que entre sus piedras estaría escondido un magnifico tesoro de valor incalculable. Este tesoro estaría protegido por “Sas muscas magheddas”, moscas venenosas que atacarían al que descubriese el tesoro, a los campos y a los animales.
La otra leyenda habla del fantasma de un caballero medieval, Don Blas de Aragón, guardián del tesoro con poderes terribles, prácticamente un demonio, capaz de incinerar a quien se atreviese a acercarse. Se cuenta que en una ocasión un párroco del pueblo y su sacristán fueron a buscar el tesoro y quedaron achicharrados.
Actualmente de esta antigua fortificación quedan las murallas y la torre de homenaje alta unos dieciséis metros y de planta cuadrada. En el patio hay una entrada a un subterráneo con una bóveda que era la cisterna del castillo.
Vale la pena visitar Burgos, con sus callejuelas estrechas y empinadas que denuncian sus orígenes medievales. En el centro histórico hay una antigua casona sede el Museo de los Castillos de Cerdeña en donde es posible ver, además de los castillos más importantes de la isla, ejemplos de la vida campesina.
Cómo son los sardos
El estereotipo del nativo de Cerdeña es el de personas menudas, fibrosas y con mala leche. Yo personalmente he conocido a bastantes sardos y puedo decir que me han parecido personas encantadoras. (¡Claro! Que me he criado en Burgos (España) e igual la mala leche no me hace efecto.)
En Cerdeña tienen un dialecto propio que comparte muchos vocablos con el catalán. Su peculiaridad más llamativa es que si bien en italiano los apellidos terminan en un 90% en “i”, si encontramos a un italiano cuyo apellido acabe en “u”, podemos tener la certeza de que es de origen sardo, como Pirastru, Spanu o Nieddu y es que el plural, en su dialecto, se hace con la “U” y no con la “i” como en italiano.

Hasta los años 90 del siglo pasado tenía algo de actividad una organización medio mafiosa medio terrorista independentista que se llamaba la “Anónima Sarda” y que estaba especializada en secuestros. Parece que en el 2004 intentaron secuestrar a Berlusconi pero no lo consiguieron. Los cuerpos de seguridad del Estado Italiano arrestaron, en aquella ocasión, a diez personas. Actualmente no están operativos, que se sepa.

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