lunes, 27 de enero de 2014

Apostillas a "La otra Toscana"

Los toscanos son los "graciosos" en Italia, son los mejores cómicos CeccheriniPieraccioni, Alessandro Benvenuti, Nuti, y el más famoso para nosotros Benigni. El de "La vida es Bella" para entendernos.

La verdad es que sí que son graciosos con esa forma de hablar esos dichos y ese acento que no pronuncia la "C" esos "O grullooo" esos "Deh!" "Diobuono" etc. Pero, porque siempre hay un pero, y más cuando hablamos de Italia, son bordes dentro.
 
Atardecer en la Costa Toscana


Como todos los italianos en general los toscanos se lo tienen muy creído por aquello de ser la cuna de la cultura occidental, el renacimiento y bla bla bla. No les falta razón ya que el número de genios nacidos en esta tierra es impresionante: Maquiavelo, Leonardo, Miguel Angel, Lorenzo el Magnifico, Malaparte, Dante, Galilleo etc etc. Pero, en Toscana como en España impera la ignorancia y si bien en su conjunto tienen motivos para estar orgullosos individualmente están más guapos calladitos.


La mayoría no ha subido a la torre de Pisa, ni ha ido al museo Uffizi sino en la época del cole, ni saben gran cosa de su propia historia. En una ocasión pregunte por Bruneleschi y me contestaron que le sonaba la calle. En España puede pasar lo mismo, no nos vamos a engañar, pero no vamos tan de chulos por el mundo.
Los españoles caemos bien en Italia en general y en Toscana en particular, incluso hay una película de Pieraccioni "Il Ciclone" que trata de un grupo de bailarinas de flamenco que terminan en Toscana. Trabajaba Natalia Estrada que hacía de lesbiana y había situaciones desternillantes pero también podemos ser blanco de bromas pesadas ya que "una española" es para los italianos lo mismo que para nosotros "una cubana " en el contexto de las más crudas actividades sexuales.

Girasoles en Donoratico
Los Toscanos como decía tienen un alma borde. Los Top de la lista son sin duda los florentinos, se dice que es por el número de turistas que invaden constantemente su ciudad pero la verdad es que más turistas hay en Roma y los romanos son infinitamente más majos y agradables que los florentinos.Sin interés económico por medio vendedor - cliente conocer toscanos no es fácil pero una vez que te abren las puertas de su vida suele ser para siempre. 
Playa de San Vincenzo




En Toscana suelen pasar cosas bastante surrealistas, todos hemos visto películas ambientadas en Toscana y lo interesante es que en realidad pasan cosas más peculiares en la vida real que en las películas.
No tengo una explicación válida para esto después de 13 años viviendo en Toscana pero mi consejo es creerse lo que te cuenten que en general y quitando un poco de adorno suele ser verdad y si nos pasa a nosotros mientras estamos allí, intentar torear la situación con la mayor elegancia y sangre fría posible.


Que no hay que hacer.


  • Si nos perdemos en alguna ciudad lo mejor es preguntar directamente a los dependientes de las tiendas, los toscanos, sobre todo si son jóvenes, se suelen divertir dando mal las indicaciones

  • Si conseguimos comer en un restaurante para toscanos y no para turistas no pidáis nunca un café con leche (Capuccino) después de comer o cenar sería cutre, es como si aquí pides un tazón con cereales después de comer. Se lo toman como si les dices que has comido mal y te has quedado con hambre. Si os apetece un café con leche os aconsejo que os lo toméis en una cafetería. ¿Por qué tanta delicadeza? pues porque en algunos sitios os van a decir directamente que no tienen leche en otros os van a mirar mal y os van a cobrar el cubierto o no os ofrecen el chupito y porque !tampoco cuesta tanto tener un poco de tacto!
    Vistas desde Castagneto Carducci
  • Los toscanos menos pero como la mayoría de los italianos miran al turista como si fuese un pollo al que hay de desplumar. Los españoles tenemos fama de pobretones así que disfrutad comprando para dar en los morros pero no intentéis descuentos ni rebajas porque excluyendo los mercadillos donde tendréis alguna posibilidad, no hacen descuentos en ninguna parte y le sienta mal que se los pidan.

viernes, 24 de enero de 2014

La otra Toscana: La Costa de los Etruscos

Pocas regiones europeas pueden presumir de una extensa filmografía como la Toscana italiana. Ciudades de arte como Pisa, Siena, Lucca o Florencia protagonizaron películas como “Una habitación con vistas” o la secuela del “Silencio de los corderos”:“Hannibal”.
Las verdes colinas del Chianti con sus filas de cipreses son el idílico telón de fondo de películas famosas como “Bajo el sol de la Toscana” o “Gladiador” pero hay otra Toscana que, sin tanto glamour cinematográfico, combina espléndidamente el arte, el dulce paisaje de colinas salpicadas por pueblecitos pintorescos y el mar. Nos referimos a la Costa de los Etruscos.
La Costa de los Etruscos la forman tradicionalmente unas 25 localidades toscanas de la provincia de Livorno, pero las joyas de este territorio lo componen las localidades de Castagneto Carducci con su jardín secreto de Bolgheri, Campiglia Marittima junto a sus sugestivas minas y  Piombino, donde se encuentra el  enclave marítimo de Populonia y Baratti.

Los cipreses que a Bolgheri van


Una de las características más elegante del paisaje toscano la constituyen esas carreteras o esos caminos delimitados por gráciles cipreses cuyas filas los escoltan a ambos lados. La carretera de acceso al pequeño “borgo” de Bolgheri no es una excepción pero su belleza es excepcional. Una singular belleza, cantada por el poeta premio Nobel de Literatura, Giosuè Carducci, (1835 -1904), que forma parte inseparable del rico patrimonio nacional italiano.
Se trata de una carretera de casi 5 km con unos 2.500 cipreses paralelos y en dos  filas. separados en el medio por una calzada prácticamente recta que une la vía Pisana con el castillo de la antiquísima y dantesca  familia de la Gherardesca – Dante en “La divina comedia” cita al conde Ugolino que, encerrado en una torre de Pisa, se alimentó de sus propios hijos -.
Los orígenes de Bolgheri no están claros, hay quien afirma que fue fundada por un grupo de Longobardos, los búlgaros, entorno al 500 d. C. Lo que ningún historiador discute es que este enclave tuvo cierta importancia estratégica desde el S. VIII hasta el año 1000.

El pueblo de Bolgheri es rico en deliciosos rincones que recuerdan al Vate, en miradores donde admirar una foresta que termina en el mar, olivos centenarios, pequeñas tiendas de artesanía, souvenirs y delicatessen. Pero, sobre todo, en hosterías, enotecas y restaurantes en donde degustar los caldos de la zona: el mítico vino de Bolgheri DOC.
Los entendidos lo llaman la milla de oro, los turistas la “strada del vino”, en realidad es una carretera paralela a la SS.1 Aurelia que, entre viñedos, une la localidad de Bolgheri con Castagneto Carducci. En esa ruta encontramos, entre bosques y viñedos, una junto a otra, las bodegas que producen el vino más preciado de Italia como son el Sassicaia, Ornellaia, Satta, Grattamacco o Donna Olimpia.

Atalayado en lo alto de una colina se encuentra Castagneto Carducci, que toma el nombre tanto de los castaños que lo rodeaban como del afamado poeta ganador del Nobel, que allí pasó su infancia.

En este lugar parece que el tiempo se ha tomado un descanso. Su misma estructura delata su origen milenario. sus vías empinadas y empedradas, sus casas de colores ocres y rojizos, tan típicos de la arquitectura toscana, la vivacidad de las golondrinas que surcan incesantes el cielo en verano y las flores que por doquier embellecen sus rincones nos llevan a un paraíso en dónde el tiempo no tiene importancia. Degustar un exquisito helado Casalini deambulando por sus callejuelas o visitar la fábrica de licores Borsi pueden ser algunos de los sencillos placeres que sólo Castagneto puede ofrecer.

Baratti: un golfo con vistas.


Los etruscos, enfrascados en la fabricación del hierro, probablemente disfrutaron poco de las incomparables vistas que proporciona el golfo de Baratti. Sobre la oscura arena de la playa se encuentran: a un lado, un prado con esbeltos pinos mediterráneos y sus inconfundibles copas a modo de sombrilla, al extremo, un pequeño puerto turístico, al otro lado de la carretera, una impresionante necrópolis etrusca con sus monumentos funerarios de forma circular o de casita. En lo alto, la torre del castillo de Populonia desafiando los vientos y, en el horizonte, la silueta de la isla de Elba.

El recorrido por el Parque Arqueológico de Baratti Populonia empieza por la necrópolis de San Cervone.
Son esa serie de construcciones las que podemos ver desde la carretera. En algunas de ellas, se puede entrar y observar la evolución de la arquitectura funeraria del enigmático pueblo que habitó en estos parajes hacia los siglos VII – VI antes de Cristo. Es curioso saber que, hasta hace pocos años, estos restos estaban completamente cubiertos por las escorias resultantes de la elaboración del hierro. Testimonio de que lo sagrado para una cultura no es ni más ni menos que escoria para la sucesiva.


Un poco más lejos, en las colinas que miran el golfo, está la necrópolis de la Grotte, construida en la misma colina de piedra arenisca casi rosa. Un paseo singular por una campiña toscana hecha de mar y de monte, que permite admirar un paisaje cargado de historia. Y así, saltando en el tiempo, el recorrido por el parque arqueológico nos conduce a la acrópolis que guarda restos de templos romanos y de las viejas calzadas romanas y medievales.

Las mejores vistas las ofrece el castillo de Populonia, o mejor dicho, la torre de avistamiento que data del siglo XV. Un magnífico ejemplo de fortaleza medieval italiana. El castillo, que se encuentra en buen estado de conservación, está abierto al público y es posible escalar hasta lo alto de la torre para disfrutar de unas vistas incomparables sobre el golfo de Baratti, la isla de Elba y -en algunas ocasiones-  incluso Córcega.
 Entorno al castillo, dos sugestivas calles y una placita con una diminuta iglesia componen el resto del pueblo perfectamente amurallado

Campiglia Marittima: el típico “borgo” toscano

Un clásico equivoco cuando se visita Toscana es pensar que los pueblos que se llaman marítimos tienen que ver con el mar. Pues bien, es justo lo contrario. Este nombre viene dado porque limitan con la marisma, no con el mar. El caso de Campiglia Marittima no es diferente. Desde el año 1000 d.C hasta su recuperación durante los años 20 del siglo pasado, los vecinos de este pueblo huían de la malaria atalayados en su colina.

A Campiglia Marittima le marcó, un poco como a todos los municipios toscanos, las interminables guerras medievales y renacentistas,  pero, fueron sus riquezas minerales las que marcaron su carácter atrayendo a los más variopintos inversores: Elisa Bonaparte promocionó la extracción de varios minerales, incluso en el siglo XIX inversores ingleses se interesaron por el territorio.

Hoy en día, la minería está olvidada. El proceso de eliminación de los residuos es demasiado costoso como para que la explotación de los recursos sea rentable y, sin embargo, Campiglia ha conseguido rentabilizar su pasado minero. El parque de San Silvestro es buena muestra de ello. En este parque se pueden visitar las minas a bordo de un trenecito minero, o pasear entre los edificios dedicados a la extracción del mineral e incluso visitar los restos de un poblado minero.

Las calles de Campiglia son las típicas de cualquier pueblecito toscano con sus ventanas floridas, sus callejuelas empedradas, sus colores, sus plazas con sus bares con terrazas. Como todos los pueblos toscanos, Campiglia también tiene un antiguo  y hermoso ayuntamiento, palazzo Pretorio, actualmente dedicado a la promoción del vino y de los productos locales. Pero su estrella es su castillo recuperado recientemente con mucho mimo.

La Rocca, que así llama a estos restos fortificados, está a 281 metros sobre el nivel del mar y comprende la mazmorra, la antigua cisterna, los restos de un acueducto de los años 30 y el museo en dónde se exponen los restos arqueológicos más interesantes encontrados durante la restauración, concluida en el año 2008.

Las vistas desde Campiglia Marittima quitan el aliento. De frente un blanquísimo camposanto medieval y, todo alrededor, un inmenso valle que confluye en un mar azul.

Lejos de los focos cinematográficos, la costa de los etruscos ofrece una Toscana espléndida de paisajes, mar, luces y colores.

Amaya Uribarri

jueves, 23 de enero de 2014

Parlamento de verduras al horno.

Una forma sana y gustosa de comer verdura es cocinarla en el horno.
Mi receta se llama parlamento de verduras al horno porque, al igual que en un utópico parlamento, el truco reside en equilibrar los ingredientes para que todo sea sabroso y nutritivo.
No es bueno que haya mayoría absoluta de calabacín o de patata porque resultaría aburrido, monótono, poco enriquecedor y pasaría a ser de Parlamento de verduras al horno a calabacín o patatas al horno con esto o con lo otro. En política se llamaría dictadura con floreros.

Los ingredientes son los que nosotros queramos. Me gusta apostar por las verduras de temporada que son más ricas y a menudo encontramos muchas ofertas. En el parlamento un político fresco e idealista nos va a portar mejores ideas y soluciones además nos va a salir más barato, uno de carrera es insaciable de poder y dinero y a la larga nos saldrá caro y nos traerá problemas como la corrupción. Vamos! lo que tenemos ahora. Es un poco como la verdura de vivero que puede estar modificada genéticamente, puede tener pesticidas y a la larga puede perjudicar nuestra salud.

A la hora de hacer la compra me gusta ir al mercado de abastos porque puedo comprar las cantidades que quiero y no en los super que a veces lo empaquetan todo y te toca comprar demasiado. Si tengo que ir al super en el Lidl no me gusta mucho la verdura del mercadona y en no tengo ningún Gadis a mano que es dónde mejor verdura tienen.

Yo pongo calabacín, patata, cebolla, zanahoria, berenjena, calabaza, pimiento rojo, alcachofa, apio... ¡lo que encuentro!!cuanta más variedad mejor!
No creo que haga falta decir que hay verduras que no son adecuadas para el horno, las de hojas como las espinacas en el horno se pueden quedar como papel quemado. Un poco como pasa con el clero en general (no me refiero solo al de la iglesia católica sino cualquier representante religioso) que cuando se meten en política se vuelven apergaminados y casposos.

Es importante que los trozos sean de dimensiones parecidas a mí me gusta hacerlos de un centímetro de grosor más o menos. Más grandes tardan más en hacerse con el consecuente gasto de energía y mas pequeños se deshacen durante la cocción y quedaría una papilla deforme. 
En un parlamento los diputados tendrían que tener la misma importancia y valor, no es de recibo que el diputado de Tarragona valga más que el de Teruel.
Una cosa que me gusta mucho es la variedad de sabores y texturas que nos encontramos en el mismo plato por ejemplo, el dulzor de la calabaza y la intensidad de la alcachofa. Estos dos ingredientes son como los nacionalismos tiene que haber calabaza y alcachofa pero se tiene que integrar en planto en modo que al comerlos disfrutemos de un sabores diferentes e intensos sin acogotar y sin desaparecer entre los demás ingredientes.
Un estilo propio

Una vez que tenemos todos nuestros ingredientes cortados en dimensiones mas o menos iguales, con una variedad sin predominancias basta con echar un poco de sal, aceite de oliva y mi toque de estilo se lo da el pimentòn, el sabor de España. !Que aproveche! 

miércoles, 22 de enero de 2014

Cuarenta años no son nada

No obstante un taburete sea más útil que un trono, es más fácil desechar un taburete que un trono.
Mi taburete tenía más de cuarenta años de honrado servicio, en el quedaban las cicatrices de haber sido el apoyo para cortar, soltar, clavar, subirse a coger esto y lo otro, apoyar los pies, sentarse y en definitiva, haber soportado mil y una penalidades.
En un trono tendríamos que ocuparnos de las termitas y de la tapicería raída, quizás encontraríamos el desgaste en el pan de oro por el paso del trapito del polvo con un buen chorretón de Pronto de la señora de la limpieza. Su falta de utilidad explica su falta de marcas de uso.
Mi taburete tenia cortes, quemaduras, raspones, goterones de pegamento y pintura y los clavos un poco sacados, lo típico de algo muy usado, muy útil.


Un pensamiento de continuidad
Hay varias corrientes filosóficas a la hora de restaurar o recuperar un objeto, la primera consiste en realizar todas las acciones necesarias encaminadas a dejar el objeto como si acabase de salir de la tienda y la segunda consiste en maquillar el objeto en modo de respetar sus andanzas por el mundo, sus cicatrices y sus signos de identidad singular dándole una nueva luz y una nueva vida.
Yo decidí seguir esta segunda corriente de pensamiento porque sus muescas son el curriculum que demuestra que algo con más de cuarenta años que ha sido útil y puede seguir siéndolo si se le da una oportunidad.


Afrontar esta tarea requiere una cosa fundamental NO TENER PRISA.

La primera acción es limpiar y lijar la superficie asegurándonos de que la estructura sigue siendo sólida y no esta dañada ni por insectos ni por otros factores que pueden hacer que nuestro trabajo sea algo efímero.
Mi taburete tenía una estupenda salud y una solidez a prueba de bombas.
La segunda cosa es tener una idea. ¿Cómo lo queremos decorar?
Dependerá de nuestro propio estilo, de dónde lo queremos poner y para que lo vamos a utilizar.


Entre las posibilidades están cubrirlo con papel en plan decoupage, darle una mano de pintura blanca respetando su look original o como fue mi caso pintar una bandera inglesa que tiene ese toque chic que le va muy bien y le asciende de grado pasando de un taburete trotero para dejar en la cocina o sitios parecidos a un taburete decorativo digno complemento de un cuarto de estar o de la habitación de los chicos.

Decidido el motivo se pinta con el color predominante en este caso el rojo, realizamos nuestra cruz con cinta de carrocero. El truco para asegurarnos que las líneas nos salen perfectas pasamos la brocha con la pintura roja por encima de la cinta, de este modo cuando levantaremos la cinta no me encontraré con manchones.

Os invito a dar una nueva vida a vuestros objetos podemos hablar de ahorro, de creatividad o de superar retos pero la verdad es que es simplemente divertido.