Las catacumbas fueron construidas en 1533
cuando se enterró por primera vez a un monje con fama de santo para que fuera
rezado y visitado, el Hermano Silvestro de Gubio.
Posteriormente, los frailes comenzaron a
excavarlas y ampliarlas bajo el altar mayor no solo por una necesidad de
espacio, sino también para permitir, trasladando los cuerpos de los hermanos
allí enterados, la construcción de una hospedería y de un hospital para los
viajeros que llegaban a Palermo de noche y no podían entrar en la ciudad. El
Convento se encuentra en periferia pero no demasiado lejos de las puertas de la
ciudad y del Palacio Normando.
Durante
estas obras, a los padres capuchinos les causó gran conmoción descubrir que los
cuerpos de 40 de ellos se conservaban con la carne flexible aunque momificada,
como si hiciese poco tiempo che hubiesen muerto. Sin duda, las causas las
podemos achacar a la sequedad terreno y de las corrientes de aire. Más tarde, desarrollarían
una serie de técnicas especiales de embalsamamiento que les permitiría
conservar los cuerpos en buenas condiciones, evitando el natural degrado.
LA SOCIEDAD CIVIL ENTRA EN LA
CRIPTA
Los Capuchinos de Palermo siguieron hasta el
S.XVII la costumbre de los franciscanos del culto a los muertos enterrando en
la Cripta única y exclusivamente a los miembros de la congregación.
En 1637 un decreto de la Santa Sede hizo que
las cosas cambiasen para satisfacción de los fieles que deseaban reposar en un
lugar santo para estar más cerca de las reliquias del Hermano Silvestro, con el
beneplácito de los padres Capuchinos que podían, de esta manera, financiar el
convento.
Progresivamente la sociedad civil palermitana
iba entrando en la cripta, divididos por sexo y por profesión. Algunos dejaban
instrucciones en su testamento respecto a las ropas que lucirían después de
muertos e incluso las que deberían ponerle pasado un tiempo.
Nadie sabe con certeza cuantos inquilinos
tiene la cripta, se habla de 8.000, algunos en sus uniformes polvorientos y
otras vestidas de gasa o raso que hace decenios que perdieron su brillo, otros
lucen lo que fueron elegantes trajes negros como los náufragos que son de una
época que ya no existe, lo que queda del Gattopardo.
Destaca
por el estado de conservación el cuerpo de la pequeña Rosalía Lombardo una niña
de 2 años que parece más bien dormida. El cuerpo fue momificado en 1920 por el
doctor Solafia, mediante inyección de compuestos químicos, formula que ha
traído de cabeza a científicos de todo el mundo.
MÉTODOS DE EMBALSAMAMIENTO
El
estado de conservación de los cadáveres era impresionante, en gran medida por
las especiales condiciones del terreno y en otra por la gran pericia adquirida
por los hermanos capuchinos a través de muchos anos de practica.
Algunas
fuentes señalan que los cuerpos eran colocados para su conservación en un baño
de arsénico, porque como es noto, los cadáveres de personas que han sufrido un
envenenamiento por arsénico se conservan muy bien ya que este producto limita
la corrupción de los cuerpos. Otro método utilizado era la inversión del
cadáver en cal, cosa que se realizaba en caso de epidemias, como la que devasto
la ciudad de Nápoles en 1884 y que tuvo en alerta todas las ciudades
limítrofes, incluida Palermo.
En otros
casos se practico el embalsamamiento con diversos fármacos inyecciones que
tenia como base la formula secreta inventada por el doctor Solafia. El método
mas común utilizado fue el del deshidratar los cuerpos dejándolos a lo largo de
los pasillos en pequeñas celdas llamadas coladores. Los cuerpos eran secados en
las celdas durante ocho meses hasta que eran sacados y lavados con vinagre
antes de ser expuestos.
De
1866 a 1897 los capuchinos fueron expulsados por los decretos de “exclaustraciones”
dejando las catacumbas bajo custodia del Ayuntamiento de Palermo. Durante este
periodo de tiempo, los cuerpos, al no ser cuidados debidamente se deterioraron
bastante. Esto significa que los frailes cuidaban constantemente de los
cuerpos, y que las momias debían ser vigiladas. En 1897, regresaron los
capuchinos y comenzaron a restaurar los danos sufridos por los subterráneos y
por las momias
Algunos
de los cuerpos fueron envueltos en telas de saco llenas de paja, lo que ayudo a
su desecación y eliminación de la humedad y hongos que habían aparecido.
También durante la segunda guerra mundial hubo danos causados por el incendio
de algunas bóvedas, a causa de los cuales algunos cadáveres sufrieron la acción
del fuego. En 1966 hubo otro incendio que no tuvo mayores consecuencias y más
tarde debido a los trabajos de pavimentación de las calles vecinas aparecieron
filtraciones de agua.
A
partir de ese año se colocaron redes metálicas de protección para evitar que
los visitantes de las catacumbas tocasen los cuerpos, ya que habían observado
que algunos habían sido de alguna forma deteriorados por la curiosidad de la
gente.
Los
tiempos modernos han vaciado las abadías y el convento palermitano de los capuchinos
no ha sido una excepción, no quedaban monjes capaces de ocuparse de la cripta
por lo que hace unos años lo gestiona una empresa siciliana que lo ha limpiado,
ordenado y recuperado los cuerpos. Tal y como lo podemos visitar hoy en día.
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