miércoles, 26 de febrero de 2014

La Florencia secreta: el Corredor Vasariano

Se dice que un conocido y polémico político madrileño se mandó construir una especie de pasadizo para entrar en su despacho sin tenerse que mezclar con la plebe. Pues bien, de ser cierto, no es original, ni tenía motivos reales para temer a sus conciudadanos sobre todo si lo comparamos con otros gobernantes.
En la familia Medici puede que hubiese algún músico importante, como en la familia de nuestro político, pero como tienen linaje de reyes, papas y grandes mecenas, presumir de tener en su genealogía un músico sería más ridículo que insignificante.


A los Medici la plebe florentina les echó unas cuantas veces de la ciudad saqueando en cada ocasión sus palacios ya que en esos tiempos el que mangoneaba demasiado se arriesgaba a que le limpiases de todas sus posesiones a él y a toda su familia. No como ahora que poner las mangancías a nombre de la mujer -  que no sabe y / o no se acuerda nunca de nada - o de cualquier sociedad fantasma sirve quedarse con el botín. La justicia en esos tiempos era, paradójicamente, otra cosa.
Los Medici necesitaban un pasadizo que les acercase al poder sin acercarse a la plebe y lo construyeron. Esta es su historia:
 
EL CORREDOR VASARIANO

En 1565 Cósimo I de Medici tenía dos problemas que resolver, el primero moverse con libertad y seguridad en una ciudad que no apoyaba completamente su gobierno; abolir la vieja república florentina no había significado de hecho una gran transformación, pero había suprimido un cierto espíritu tradicional y, como se sabe, las tradiciones se resisten a morir. El segundo problema era su hijo Francisco que tenía la costumbre de callejear de noche dando un cierto escándalo y, en ese año, se decidió un matrimonio muy conveniente para esta poderosa familia florentina: el de Francisco con Juana de Austria, la hija pequeña del emperador Fernando I de Habsburgo. Juana era princesa, pero no una joyita, era poco elegante, tenía un poco de joroba, no era culta y además era derrochadora y Francisco no la amo nunca. De hecho, mantenía una “tierna” amistad con una guapa veneciana llamada Bianca Capello, que se convirtió en su mujer a la muerte de Juana. (La cosa acabó fatal parece que primero envenenaron al uno y luego a la otra. Es que a los florentinos siempre les ha gustado el veneno, más que a un tonto un pirulí, sea metafórico que real y que conste que no lo digo por el actual primer ministro Renzi que es florentino DOC, pero si se pica ajos come.)
Mientras tanto, la necesidad de quedar bien con la familia del emperador, limpiando un poco la ciudad y realizar un pasadizo que les permitiera una cierta libertad de movimiento era una prioridad. Son estos los motivos que empujaron a Cósimo I a construir, en solo cinco meses, el Corredor Vasariano.
El 12 de Marzo de 1565 el albañil capataz de la obra, un tal Bernardo d’Antonio, firmó el contrato que preveía la construcción de un arco que uniría, sobrepasando Via della Ninna, los Uffizi con Palacio Viejo. Otro arco pasaría sobre la iglesia románica de San Pier Scheraggio, englobada en la parte oriental de los Uffizi. En el contrato se lee que una serie de arcos y pilares debían sostener  el corredor saliendo de los Uffizi hasta Ponte Vecchio, en donde en esa época, había un gran número de carnicerías que tuvieron que trasladar para evitar a los Medici olores desagradables.
Ahora hay joyerías carísimas y chulísimas.
Vista de una joyería del Ponte Vecchio desde el Corredor
El corredor, llegando al otro lado del río, habría rodeando la Torre de los Mannelli. Esta torre fue el único edificio que Cósimo no quiso o no pudo confiscar y dijo, comentando este hecho, que “Cada uno es dueño de su casa”.
Después, sobrepasando calles y casas, llega hasta la iglesia de Santa Felicità, donde construyeron un pórtico para sostenerlo, sigue hasta Via Guicciardini y se abre en el corazón de los jardines de Boboli, la parte lúdica de Palacio Pitti.
Vistas del Ponte Vecchio desde el Corredor
El proyecto lo firmó Giorgio Vasari, genial arquitecto y pintor que tuvo la mala suerte de nacer en una época de geniales artistas como Miguel Ángel, por ejemplo, que hubieran oscurecido su figura si no hubiese sido por otra cualidad suya muy significativa: el cotilleo. Sí, porque Vasari no es tan famoso por sus magníficas obras como por el libro que escribió sobre la vida de los más famosos artistas del renacimiento, de hecho, se sabe de la existencia de muchas obras hoy pérdidas o de la rivalidad entre Miguel Ángel y Leonardo da Vinci o de las varias acusaciones de sodomía es gracias al libro de Vasari.
La colección de pinturas que alberga el corredor Vasariano, que son unas trescientas, se caracteriza por la presencia de numerosos autorretratos, allí podemos ver la cara de artistas como Andrea del Sarto, Beccafumi, Bernini, Anibal Carracci, Guido Reni, Salvador Rosa, Ingres, Delacroix, un autorretrato, se dice que falso, de Leonardo da Vinci y, naturalmente, un magnifico autorretrato de Giorgio Vasari.
El retrato del cardenal Leopoldo de Medici abre la sección dedicada a los retratos de familia, aquí descubrimos a María Magdalena de Austria y a otros tantos miembros de esta importante familia y no solo es muy interesante el retrato de Enriqueta Anna Sofía de Módena (1723) hija casadera de Rinaldo d’Este que gracias a este retrato encontró marido, suerte que no tuvieron sus otras dos hermanas.


El corredor desde los jardines de Boboli 
Se exponen en el corredor otras obras más modernas hasta llegar a un magnifico Chagall.
Entre las curiosidades de este pasadizo hay que destacar las grandes ventanas panorámicas que se abren al centro del Ponte Vecchio. Estas ventanas, muy diferentes de las pequeñas y discretas ventanillas de ojo de buey del renacimiento, las mando abrir Benito Mussolini en 1939 para presumir de las vistas ante Hitler cuando, al ir a Roma para firmar el tratado de alianza entre Italia y Alemania, pasó por Florencia.
Ingreso al Corredor desde la gruta de Buontalenti
Se dice que la cosa encanto a Hitler y a sus jerarcas y ésta fue, seguramente, la razón por la que el puente se salvó de la destrucción, a diferencia del resto de los puentes de Florencia que los nazis destruyeron cuando se retiraban de Italia. Como fue inmortalizado en un episodio del film de Roberto Rossellini “Paisà”, durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial el pasaje sobre el Corredor Vasariano era la única manera de pasar del lado norte al sur de la ciudad.
El corredor termina, como decía, en los jardines de Boboli, en concreto sale por una puertecita al lado de la Gruta de Buontalenti, seguramente la estructura más bonita y sobre todo más fresca de estos jardines.

No es fácil conseguir visitar este corredor pero si queréis verlo lo podéis intentar en: http://www.polomuseale.firenze.it/musei/?m=vasariano




Amaya Uribarri


6 comentarios:

  1. Gracias! Espero que los que voy a publicar te gusten igual o más!

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  2. Gracias! Espero que los que voy a publicar te gusten igual o más!

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  3. muy interesante. Viajo a Florencia en unos meses. Espero poder verlo.Gracias.

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  4. muy interesante. Viajo a Florencia en unos meses. Espero poder verlo.Gracias.

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  5. Me alegro de que te haya gustado. Si es la primera vez que vas a Florencia la ciudad te encantará.

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