Se dice que un conocido y polémico
político madrileño se mandó construir una especie de pasadizo
para entrar en su despacho sin tenerse que mezclar con la plebe. Pues bien, de
ser cierto, no es original, ni tenía motivos reales para temer a sus
conciudadanos sobre todo si lo comparamos con otros gobernantes.
En la familia Medici puede que hubiese algún músico importante, como
en la familia de nuestro político, pero como tienen linaje de reyes, papas y
grandes mecenas, presumir de tener en su genealogía un músico sería más ridículo
que insignificante.
A los Medici la plebe florentina les echó unas cuantas veces de la
ciudad saqueando en cada ocasión sus palacios ya que en esos tiempos el que
mangoneaba demasiado se arriesgaba a que le limpiases de todas sus posesiones a
él y a toda su familia. No como ahora que poner las mangancías a nombre de la
mujer - que no sabe y / o no se acuerda
nunca de nada - o de cualquier sociedad fantasma sirve quedarse con el botín. La
justicia en esos tiempos era, paradójicamente, otra cosa.
Los Medici necesitaban un pasadizo que les acercase al poder sin acercarse
a la plebe y lo construyeron. Esta es su historia:
EL CORREDOR VASARIANO
En 1565 Cósimo I de Medici tenía dos problemas que resolver, el
primero moverse con libertad y seguridad en una ciudad que no apoyaba
completamente su gobierno; abolir la vieja república florentina no había
significado de hecho una gran transformación, pero había suprimido un cierto
espíritu tradicional y, como se sabe, las tradiciones se resisten a morir. El
segundo problema era su hijo Francisco que tenía la costumbre de callejear de
noche dando un cierto escándalo y, en ese año, se decidió un matrimonio muy
conveniente para esta poderosa familia florentina: el de Francisco con Juana de
Austria, la hija pequeña del emperador Fernando I de Habsburgo. Juana era
princesa, pero no una joyita, era poco elegante, tenía un poco de joroba, no
era culta y además era derrochadora y Francisco no la amo nunca. De hecho,
mantenía una “tierna” amistad con una guapa veneciana llamada Bianca Capello,
que se convirtió en su mujer a la muerte de Juana. (La cosa acabó fatal parece que primero envenenaron al uno y luego a la
otra. Es que a los florentinos siempre les ha gustado el veneno, más que a un
tonto un pirulí, sea metafórico que real y que conste que no lo digo por el
actual primer ministro Renzi que es florentino DOC, pero si se pica ajos come.)
Mientras tanto, la necesidad de quedar bien con la familia del
emperador, limpiando un poco la ciudad y realizar un pasadizo que les
permitiera una cierta libertad de movimiento era una prioridad. Son estos los
motivos que empujaron a Cósimo I a construir, en solo cinco meses, el Corredor
Vasariano.
El 12 de Marzo de 1565 el albañil capataz de la obra, un tal Bernardo
d’Antonio, firmó el contrato que preveía la construcción de un arco que uniría,
sobrepasando Via della Ninna, los Uffizi con Palacio Viejo. Otro arco pasaría
sobre la iglesia románica de San Pier Scheraggio, englobada en la parte
oriental de los Uffizi. En el contrato se lee que una serie de arcos y pilares
debían sostener el corredor saliendo de
los Uffizi hasta Ponte Vecchio, en donde en esa época, había un gran número de
carnicerías que tuvieron que trasladar para evitar a los Medici olores
desagradables.
El corredor, llegando al otro lado del río, habría rodeando la Torre
de los Mannelli. Esta torre fue el único edificio que Cósimo no quiso o no pudo
confiscar y dijo, comentando este hecho, que “Cada uno es dueño de su casa”.
Después, sobrepasando calles y casas, llega hasta la iglesia de
Santa Felicità, donde construyeron un pórtico para sostenerlo, sigue hasta
Via Guicciardini y se abre en el corazón de los jardines de Boboli, la parte
lúdica de Palacio Pitti.
Vistas del Ponte Vecchio desde el Corredor |
El proyecto lo firmó Giorgio Vasari, genial arquitecto y pintor que
tuvo la mala suerte de nacer en una época de geniales artistas como Miguel Ángel,
por ejemplo, que hubieran oscurecido su figura si no hubiese sido por otra
cualidad suya muy significativa: el cotilleo. Sí, porque Vasari no es tan
famoso por sus magníficas obras como por el libro que escribió sobre la vida de
los más famosos artistas del renacimiento, de hecho, se sabe de la existencia
de muchas obras hoy pérdidas o de la rivalidad entre Miguel Ángel y Leonardo da
Vinci o de las varias acusaciones de sodomía es gracias al libro de Vasari.
La colección de pinturas que alberga el corredor Vasariano, que son
unas trescientas, se caracteriza por la presencia de numerosos autorretratos,
allí podemos ver la cara de artistas como Andrea del Sarto, Beccafumi, Bernini,
Anibal Carracci, Guido Reni, Salvador Rosa, Ingres, Delacroix, un autorretrato,
se dice que falso, de Leonardo da Vinci y, naturalmente, un magnifico
autorretrato de Giorgio Vasari.
El retrato del cardenal Leopoldo de Medici abre la sección dedicada a
los retratos de familia, aquí descubrimos a María Magdalena de Austria y a
otros tantos miembros de esta importante familia y no solo es muy interesante
el retrato de Enriqueta Anna Sofía de Módena (1723) hija casadera de Rinaldo
d’Este que gracias a este retrato encontró marido, suerte que no tuvieron sus
otras dos hermanas.
El corredor desde los jardines de Boboli |
Se exponen en el corredor otras obras más modernas hasta llegar a un
magnifico Chagall.
Entre las curiosidades de este pasadizo hay que destacar las grandes
ventanas panorámicas que se abren al centro del Ponte Vecchio. Estas ventanas,
muy diferentes de las pequeñas y discretas ventanillas de ojo de buey del
renacimiento, las mando abrir Benito Mussolini en 1939 para presumir de las
vistas ante Hitler cuando, al ir a Roma para firmar el tratado de alianza entre
Italia y Alemania, pasó por Florencia.
Ingreso al Corredor desde la gruta de Buontalenti |
Se dice que la cosa encanto a Hitler y a sus jerarcas y ésta fue,
seguramente, la razón por la que el puente se salvó de la destrucción, a
diferencia del resto de los puentes de Florencia que los nazis destruyeron
cuando se retiraban de Italia. Como fue inmortalizado en un episodio del film
de Roberto Rossellini “Paisà”, durante los últimos meses de la Segunda Guerra
Mundial el pasaje sobre el Corredor Vasariano era la única manera de pasar del
lado norte al sur de la ciudad.
El corredor termina, como decía, en los jardines de Boboli, en
concreto sale por una puertecita al lado de la Gruta de Buontalenti,
seguramente la estructura más bonita y sobre todo más fresca de estos jardines.
No es fácil conseguir visitar este corredor pero si queréis verlo lo podéis
intentar en: http://www.polomuseale.firenze.it/musei/?m=vasariano
Amaya Uribarri
Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMuy bonito
Gracias! Espero que los que voy a publicar te gusten igual o más!
ResponderEliminarGracias! Espero que los que voy a publicar te gusten igual o más!
ResponderEliminarmuy interesante. Viajo a Florencia en unos meses. Espero poder verlo.Gracias.
ResponderEliminarmuy interesante. Viajo a Florencia en unos meses. Espero poder verlo.Gracias.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Si es la primera vez que vas a Florencia la ciudad te encantará.
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