Como
un sueño o como un espejismo, así se presenta Civita di Bagnoregio, aferrada
sobre la cima de un cerro, entre los valles formados por torrentes, de nombres
alusivos el “Chiaro” Claro y el “Torbido” Turbio.
Un
paisaje inexplicable, cotidiano para las apenas ciento almas que lo pueblan
todo el año, extraordinario para los pocos turistas que la escogen como meta
silenciosa, tranquila y plácida de las propias vacaciones.
Su
única vía de acceso es un puente rigurosamente peatonal, de algo menos que
un kilómetro de largo y una altura de
150 metros, que une la ciudad con el continente. Si, podríamos decir continente
porque Civita di Bagnoregio vive suspendida en el valle como una isla flota en
el mar.
Aislada
y condenada a muerte cierta, no era así cuando hace 2.500 años los etruscos la
escogieron como asentamiento. En esa época era fácilmente accesible, y
defendible, pero su base de arcilla y tufo, golosa para los agentes
meteorológicos, unida a la inestable corteza sísmica de la península italiana,
han construido el milagro de supervivencia que hoy podemos admirar.
Su
historia como la de tantos burgos italianos es turbulenta.
De
los etruscos queda una necrópolis situada bajo roca del mirador de San
Francisco viejo (belvedere di San Francesco Vecchio) llamada también Gruta de
San Bonaventura. La leyenda cuenta que San Francisco sanó con un milagro al
joven Giovanni Fidanza (San Bonaventura). Y así fue como la antigua tumba
etrusca se transformó en capilla.
No
obstante los pocos documentos históricos parece comprobado que Civita di
Bagnoregio y Bagnoregio fuesen dos barrios de la misma población que, hasta el
siglo XI, se llamaba Balneum Regis.
Según
la tradición, fue el rey longobardo Desiderio (756 –774 d.C) que quiso darle
este nombre al curarse de una grave enfermedad gracias a las aguas termales
presentes en la zona. (Vete tú a saber que tenía ese buen hombre para que decidiera bañarse en aquellas épocas)
Su
posición privilegiada, desde el punto de vista estratégico, le dotó de un
orgullo capaz de oponerse a los potentes de la historia dando no pocos
quebraderos de cabeza, primero, a los señores feudales, y posteriormente al
Estado pontificio al cual, la provincia Lazial perteneció hasta la unificación
de Italia.
En
la puerta de la ciudad, de origen medieval, encontramos escudos y làpidas que
recuerdan las fieras rebeliones de los habitantes, ante la prepotencia de dos
familias feudales: los Monaldeschi y los Baglioni (En Italia se pasaron la Edad Media a tortas unos con otros, era un sin vivir). Encontramos también
vestigios de los intentos infructuosos de otras ciudades vecinas y màs fuertes
en someter Civita Bagnoregio.
La
decadencia del poder del burgo no puede atribuirse a ningún poder político. El
enemigo Civita di Bagnoregio lo tiene dentro, en su alma, justo en las
características que la hacen única e irrepetible: su morfología geológica. Así
que cuando en 1695 un violento terremoto provocó graves derrumbes y daños en
edificios y calles, la población inició un éxodo que supuso prácticamente su
total abandono.
Hoy
en día, la ciudad ha sido reconquistada por un turismo culto y sensible,
compuesto en su mayoría por ingleses o alemanes, y por que no, algún español.
Entre
las curiosidades, poca gente sabe que aquí se rodó, en 1970, la película
“Protesta general!”. Protagonizada por dos mitos del cine italiano: Alberto
Sordi y Vittorio Gassman. Más curioso es saber que el puente que aparece en la
película ya no existe, se derrumbó.
La
fiesta más interesante es el “Palio della Tonna” que es una pintoresca carrera
de burros y que se realiza el primer domingo del mes de junio y el segundo
domingo del mes de septiembre. Esta carrera toma el nombre de la forma circular
del recorrido.
Civita
di Bagnoregio nos ofrece la magia de pasear por sus pintorescas calles, de asomarnos a cualquiera de los miradores
para descubrir que no son tales, que son simplemente el lugar en donde la calle
se acaba, en donde el pueblo tiene su limite y el abismo, casi infinito se abre
bajo nosotros en una especie de mar verde.
En
el horizonte abruptas colinas de escasa vegetación mediterránea, y la aspereza de un paisaje más propio de un cómic
de cienciaficción completan el cuadro.
Paseando
por las calles resulta evidente su pasada gloria: espléndidos palacios, curados
arcos de piedra, rincones deliciosos. Todo sin un coche a la vista, sin un
motor que disturbe el silencio, sonido irreal en nuestra época.
Puede
suceder que una anciana señora, sentada a la puerta de su casa nos invite a visitar su jardín. El precio,
sobreentendido, será de pocos euros, pero nos sirve para comprender como se
vive en Civita di Bagnoregio en el profundo. Allí diminutas grutas a terraplén,
viejos y oxidados utensilios de labranza y un pequeño jardín – huerto son el
delicado museo que la mujer nos ofrece, un ambiente destinado a la extinción en
una ciudad que debe morir.
Civita
de Bagnoregio dista unos 100 kilómetros al nort-este de Roma en la provincia
de Viterbo, cerca del lago de Bolsena.
Desde
Roma, después de Orvieto seguir la carretera estatal Roma - Bagnoregio se
emplean màs o menos dos horas.
Para
comer y dormir:
Civita
Bed & Bredfast . Plaza del Duomo www.civitabagnoregio.it
Trattoria
“Antico Forno” www.civitadibagnoregio.it - fsala@pelagus.it
Hostaria
Boccadoro
He descubierto por casualidad este blog, buscando pueblos de la Toscana. Me encantó el post. El pueblo debe de ser maravilloso. Gracias por compartir.
ResponderEliminarMuchas gracias! Este pueblo es increíble, merece la pena desviarse de las rutas tradicionales para verlo.
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