miércoles, 5 de marzo de 2014

Cività di Bagnoregio: La ciudad que muere

Como un sueño o como un espejismo, así se presenta Civita di Bagnoregio, aferrada sobre la cima de un cerro, entre los valles formados por torrentes, de nombres alusivos el “Chiaro” Claro y el “Torbido” Turbio.

Un paisaje inexplicable, cotidiano para las apenas ciento almas que lo pueblan todo el año, extraordinario para los pocos turistas que la escogen como meta silenciosa, tranquila y plácida de las propias vacaciones.
Su única vía de acceso es un puente rigurosamente peatonal, de algo menos que un  kilómetro de largo y una altura de 150 metros, que une la ciudad con el continente. Si, podríamos decir continente porque Civita di Bagnoregio vive suspendida en el valle como una isla flota en el mar.
Aislada y condenada a muerte cierta, no era así cuando hace 2.500 años los etruscos la escogieron como asentamiento. En esa época era fácilmente accesible, y defendible, pero su base de arcilla y tufo, golosa para los agentes meteorológicos, unida a la inestable corteza sísmica de la península italiana, han construido el milagro de supervivencia que hoy podemos admirar.

Su historia como la de tantos burgos italianos es turbulenta.
De los etruscos queda una necrópolis situada bajo roca del mirador de San Francisco viejo (belvedere di San Francesco Vecchio) llamada también Gruta de San Bonaventura. La leyenda cuenta que San Francisco sanó con un milagro al joven Giovanni Fidanza (San Bonaventura). Y así fue como la antigua tumba etrusca se transformó en capilla.
No obstante los pocos documentos históricos parece comprobado que Civita di Bagnoregio y Bagnoregio fuesen dos barrios de la misma población que, hasta el siglo XI, se llamaba Balneum Regis.
Según la tradición, fue el rey longobardo Desiderio (756 –774 d.C) que quiso darle este nombre al curarse de una grave enfermedad gracias a las aguas termales presentes en la zona. (Vete tú a saber que tenía ese buen hombre para que decidiera bañarse en aquellas épocas)
Su posición privilegiada, desde el punto de vista estratégico, le dotó de un orgullo capaz de oponerse a los potentes de la historia dando no pocos quebraderos de cabeza, primero, a los señores feudales, y posteriormente al Estado pontificio al cual, la provincia Lazial perteneció hasta la unificación de Italia.


En la puerta de la ciudad, de origen medieval, encontramos escudos y làpidas que recuerdan las fieras rebeliones de los habitantes, ante la prepotencia de dos familias feudales: los Monaldeschi y los Baglioni (En Italia se pasaron la Edad Media a tortas unos con otros, era un sin vivir). Encontramos también vestigios de los intentos infructuosos de otras ciudades vecinas y màs fuertes en someter Civita Bagnoregio.

La decadencia del poder del burgo no puede atribuirse a ningún poder político. El enemigo Civita di Bagnoregio lo tiene dentro, en su alma, justo en las características que la hacen única e irrepetible: su morfología geológica. Así que cuando en 1695 un violento terremoto provocó graves derrumbes y daños en edificios y calles, la población inició un éxodo que supuso prácticamente su total abandono.
Hoy en día, la ciudad ha sido reconquistada por un turismo culto y sensible, compuesto en su mayoría por ingleses o alemanes, y por que no, algún español.
Entre las curiosidades, poca gente sabe que aquí se rodó, en 1970, la película “Protesta general!”. Protagonizada por dos mitos del cine italiano: Alberto Sordi y Vittorio Gassman. Más curioso es saber que el puente que aparece en la película ya no existe, se derrumbó.
La fiesta más interesante es el “Palio della Tonna” que es una pintoresca carrera de burros y que se realiza el primer domingo del mes de junio y el segundo domingo del mes de septiembre. Esta carrera toma el nombre de la forma circular del recorrido.
Civita di Bagnoregio nos ofrece la magia de pasear por sus pintorescas calles,  de asomarnos a cualquiera de los miradores para descubrir que no son tales, que son simplemente el lugar en donde la calle se acaba, en donde el pueblo tiene su limite y el abismo, casi infinito se abre bajo nosotros en una especie de mar verde.
En el horizonte abruptas colinas de escasa vegetación mediterránea, y la  aspereza de un paisaje más propio de un cómic de cienciaficción completan el cuadro.
Paseando por las calles resulta evidente su pasada gloria: espléndidos palacios, curados arcos de piedra, rincones deliciosos. Todo sin un coche a la vista, sin un motor que disturbe el silencio, sonido irreal en nuestra época.
Puede suceder que una anciana señora, sentada a la puerta de su casa  nos invite a visitar su jardín. El precio, sobreentendido, será de pocos euros, pero nos sirve para comprender como se vive en Civita di Bagnoregio en el profundo. Allí diminutas grutas a terraplén, viejos y oxidados utensilios de labranza y un pequeño jardín – huerto son el delicado museo que la mujer nos ofrece, un ambiente destinado a la extinción en una ciudad que debe morir.
Como llegar:

Civita de Bagnoregio dista unos 100 kilómetros al nort-este de Roma en la provincia de Viterbo, cerca del lago de Bolsena.
Desde Roma, después de Orvieto seguir la carretera estatal Roma - Bagnoregio se emplean màs o menos dos horas.
Para comer y dormir:

Civita Bed & Bredfast . Plaza del Duomo www.civitabagnoregio.it
Trattoria “Antico Forno” www.civitadibagnoregio.it - fsala@pelagus.it
Hostaria Boccadoro

2 comentarios:

  1. He descubierto por casualidad este blog, buscando pueblos de la Toscana. Me encantó el post. El pueblo debe de ser maravilloso. Gracias por compartir.

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  2. Muchas gracias! Este pueblo es increíble, merece la pena desviarse de las rutas tradicionales para verlo.

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