martes, 27 de mayo de 2014

Castel dell'ovo: una fábula napolitana


Se cuenta que la sirena Parténope, enfadadísima por el poco aprecio que Ulises había hecho de su melodioso canto, se suicidó y su cuerpo acunado por las olas y las corrientes marinas fue a dar a unas rocas frente a lo que hoy es Nápoles. En aquella época de mitología griega: Neapolis.

Justo encima de esas rocas, varios siglos más tarde (60 a.C) , el general romano Lucio Licinio Lúculo, Lúculo para los amigos, construyó una villa super lujosa. Tanto es así que cuando Tuberón el Estoico la vio, con sus collados suspendidos en el aire, mármoles, los mejores muebles del momento, sus canales y sus estanques de piscicultura le llamó "Jerjes togado". Los adversarios políticos de Lúculo hicieron correr el bulo de que alimentaba a sus peces con jóvenes esclavos que habían satisfecho, previamente sus otros apetitos. Pero yo no me creo nada de esto porque un esclavo en la época de la república romana era caro. !No como un extra comunitario o un parado hoy en día!. Un esclavo era mercancía preciosa y además los banquetes de Lúculo han pasado a la historia por su exquisitez y abundancia. Comer pez que ha comido esclavo seguro que le habría parecido una guarrada de lo más vulgar.

Algunos siglos más tarde, parece que la vieja mansión de Luculo sirvió de escenario a los últimos momentos de vida del emperador romano Rómulo Augusto que fue, de hecho, el último emperador del Imperio Romano.

Las leyendas no acaban aquí.

El nombre de Castell dell'Ovo (ósea Castillo del Huevo) viene porque se cuenta que el Poeta Virgilio habría escondido, en una jaula cerrada a cal y canto, en uno de los subterráneos del castillo, un huevo mágico que tenía la capacidad de proteger, al castillo y a Nápoles de cualquier calamidad natural o humana. 
La creencia de este mito fue tal que en la época de la reina Juana I (1350) parte de la estructura del castillo se desmoronó. El pánico se difundía por la ciudad con tal violencia y celeridad que la Reina tuvo que jurar solemnemente que el huevo estaba intacto y la ciudad a salvo. 
Desde entonces el castillo ha pasado por varias manos. Desde los angioinos, suevos y normandos hasta la corona de Aragón, los borbones españoles y lo franceses hasta llegar a ser fortaleza defensiva durante la Segunda Guerra Mundial. (Nuestro Fernando el Católico lo destruyó por el 1500) 
Hoy, si vais a Nápoles,  me parece imprescindible visitarlo. 
Hay unos cuantos restaurantes estupendos donde se come de maravilla y se paga ni mucho ni poco. (barato desde luego no es, pero tampoco puedo decir que sea un robo). Hay bares de copas con unas terrazas estupendas. 
El restaurante que mejor reputación tiene es "La Bersagliera" obligatorio comer pescado como más os guste, todo lo ponen buenísimo, pero lo que a mi me vuelve loca son los spaguetti con almejas, tomate fresco y albahaca. La fritura de pescado también está muy buena. En cuanto a los postres... si habéis probado el Babá y las sfogliattella en las Pastelería Mary, justo a la entrada de las Galerías Umberto I, cualquier postre os va a parecer pocho, así que os aconsejo acabar con un limoncello  y a chispós. 

Cómo son los napolitanos 

En mi opinión, son los más simpáticos y buena gente de toda Italia. Eso no quita para que te roben o te intenten timar como a un pollo, cosa que a mí nunca me ha sucedido, pero que entiendo que puede pasar, como en cualquier parte. 
Yo por mi parte, sólo puedo contar experiencias humanas extraordinarias como aquella vez que pregunté en un autobús en qué parada me tenía que bajar para ir a un sitio y se organizó un desternillante debate. O aquella vez que dos quinceañeras se liaron a manporros en  pleno mercado del pescado, cerca de Porta Nolana, e hicieron falta tres hombres fornidos para separarlas. A uno de ellos le rompieron las gafas. (!Cielos, qué fieras!). O aquella vez que el un charcutero, mientras cortaba jamón lentamente, le pregunta a un cliente si él cree en el amor y tras la respuesta afirmativa del segundo, se creó un mágico silencio de reflexión en la charcutería. 
Por cierto, cerca de Porta Nolana hay un restaurante con una pinta muy pocha que se llama "Tratoria da Giovanni" ahí podéis comer estupendamente por un precio muy justo. El pescado es fresquísimo.
El alojamiento yo lo aconsejo por la zona Vía Toledo porque te permite estar en el centro y tener todo a mano, sobre todo si la estancia va a ser breve. (No podéis perder tiempo en ir y venir si sólo vals a estar un par de días en Nápoles). 

Desde el puerto, os podéis embarcar hacia Capri, no es muy largo el trayecto, a menos que vuestra estancia en la Campania vaya a ser larguísima no os aconsejo la excursión para nada. Capri es como un super centro comercial de lujo al aire libre. No sabe a nada y es todo muy caro. Las cuatro cosas especiales que tienen no vale la pena el viaje teniendo a tiro de piedra Pompeya y  Herculano, la costa sorrentina, amalfitana, Capodimonti o incluso el palacio de Caserta que es un segundo Versalles. 
Si tenéis pasión por las miniaturas en general y por las figuritas del belén en particular, no podéis dejar de visitar Spaccanapoli, que es el nombre popular de la calle que corta Nápoles de parte a parte pero que para buscarla en el mapa tendréis que buscar la Vía San Gregorio Armeno. 


   

martes, 20 de mayo de 2014

El otro Burgos europeo

En la isla italiana de Cerdeña, en medio de las montañas, en la norteña provincia de Sassari, se erige, desde época inmemorial, un pueblecito de unos mil habitantes que se llama Burgos.
El Burgos castellano y el Burgos sardo tienen en común un clima duro. El de Cerdeña es más frio que el del resto de la isla y en verano es más caluroso y seco. (En cuanto a mal tiempo, el Burgos castellano gana por goleada, que sea claro.)
Los quesos del Burgos sardo también son excelentes y su historia, como la nuestra, también tiene su punto  álgido durante la Edad Media. Además, al igual que nuestro Burgos, ellos también tienen un castillo medio en ruinas desde el que se puede disfrutar de unas magníficas vistas.

La fortaleza fue construida durante la primera mitad del siglo XII por un “Giudicato” de Torres (Señor feudal) para defenderse del Señor de las tierras de Calgari.  Durante estas guerras, el castillo fue escenario de un terrible episodio protagonizado por el Señor de Calgari, Guillemo I que después de tomar el castillo, tomó por las malas a la mujer del Señor del castillo de Burgos, la catalana Prunisinda que murió a consecuencia de la violencia.
Posteriormente, el castillo fue la residencia de Adelasia de Torres, una señora con una vida de lo más interesante. Parece que Adelasia se casó en pompa magna con Ubaldo Visconti, heredero de media isla y de origen pisano. El Papa Honorio III que era enemigo acérrimo de Pisa envió a un prelado para deshacer el matrimonio pero la cosa le salió mal y se tuvo que conformar. Mientras tanto Adelasia heredó títulos y posesiones de su hermano Barisone III de Torres y de su marido Ubaldo Visconti. En 1233 Adelasia se encuentra viuda, cuarentona, riquísima y sin hijos. ¿Qué hacer? Casarse con un mozo de 18 años, guapetón y riquísimo: Enzo de Hohenstaufen, hijo bastardo del emperador del Sacro Imperio, Federico II que les convirtió en reyes de Cerdeña.
El matrimonio, como era de esperar ni duró mucho ni tuvo descendencia. A Enzo le hicieron prisionero en Boloña y ella se retiró al castillo de Burgos hasta su muerte.
Después de esto, el castillo pasó de los genoveses a los aragoneses que, finalmente, lo abandonaron.
Como todo castillo que se precie, el Castillo de Burgos también tiene sus misterios y leyendas. La más importante habla de que entre sus piedras estaría escondido un magnifico tesoro de valor incalculable. Este tesoro estaría protegido por “Sas muscas magheddas”, moscas venenosas que atacarían al que descubriese el tesoro, a los campos y a los animales.
La otra leyenda habla del fantasma de un caballero medieval, Don Blas de Aragón, guardián del tesoro con poderes terribles, prácticamente un demonio, capaz de incinerar a quien se atreviese a acercarse. Se cuenta que en una ocasión un párroco del pueblo y su sacristán fueron a buscar el tesoro y quedaron achicharrados.
Actualmente de esta antigua fortificación quedan las murallas y la torre de homenaje alta unos dieciséis metros y de planta cuadrada. En el patio hay una entrada a un subterráneo con una bóveda que era la cisterna del castillo.
Vale la pena visitar Burgos, con sus callejuelas estrechas y empinadas que denuncian sus orígenes medievales. En el centro histórico hay una antigua casona sede el Museo de los Castillos de Cerdeña en donde es posible ver, además de los castillos más importantes de la isla, ejemplos de la vida campesina.
Cómo son los sardos
El estereotipo del nativo de Cerdeña es el de personas menudas, fibrosas y con mala leche. Yo personalmente he conocido a bastantes sardos y puedo decir que me han parecido personas encantadoras. (¡Claro! Que me he criado en Burgos (España) e igual la mala leche no me hace efecto.)
En Cerdeña tienen un dialecto propio que comparte muchos vocablos con el catalán. Su peculiaridad más llamativa es que si bien en italiano los apellidos terminan en un 90% en “i”, si encontramos a un italiano cuyo apellido acabe en “u”, podemos tener la certeza de que es de origen sardo, como Pirastru, Spanu o Nieddu y es que el plural, en su dialecto, se hace con la “U” y no con la “i” como en italiano.

Hasta los años 90 del siglo pasado tenía algo de actividad una organización medio mafiosa medio terrorista independentista que se llamaba la “Anónima Sarda” y que estaba especializada en secuestros. Parece que en el 2004 intentaron secuestrar a Berlusconi pero no lo consiguieron. Los cuerpos de seguridad del Estado Italiano arrestaron, en aquella ocasión, a diez personas. Actualmente no están operativos, que se sepa.

lunes, 12 de mayo de 2014

La Elba de Napoleón


En una pequeña isla del archipiélago toscano Napoleón pasó casi un año “recluido” conspirando y esperando una vuelta al poder que, al final, duraría solo cien días señalando su final definitivo.

En la isla de Elba, Napoleón tenía dos casas: la Villa dei Mulini en Portoferraio. y la de San Martino, ambas han sido cuidadosamente restauradas pero hay que decir que los objetos que las adornan son de la época napoleónica pero no pertenecieron necesariamente a Napoleón.
Yo os voy a hablar de la casa de San Martino ya que posee un encanto especial.
Un día que Napoleón iba a caballo descubrió la villa y seguramente pensó que el sitio le venía bien para reunirse de forma más discreta con sus conjurados ya que la casa está en medio del campo.
Como le habían cortado la cuenta, Napoleón le pidió la pasta a su hermana Paolina que en ese momento estaba casada con el príncipe Borghese. Parece ser que Paolina posó en esta misma villa para Canova y su famosa “Venus Borghese” cosa que repateó al casposo de su marido.
Paulina tenía fama de libertina, se dice que Elba fue escenario de muchas fiestecitas subidas de tono. Yo no creo que fuese para tanto, aunque solo fuese porque a acompañar en el exilio a su hermano, además de Paolina y de su otra hermana, Elisa, Princesa de Lucca y Piombino estaba su madre Maria Leticia Ramolino, una mujer de armas tomar.
Napoleón ordenó unas obras de lo más lujoso implicando grandes arquitectos toscanos, adecentando jardines y canales pero no pasó mucho tiempo en ella. Si os acordáis del “Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas, sabréis que la historia precisamente empieza porque Edmundo Dantés fue a entregar unos documentos a Napoleón en la Isla de Elba. A mí me gusta imaginar que dicho encuentro tuvo lugar en esta villa, lejos de miradas indiscretas. ¡Al fin y al cabo la isla de Montcristo esta a cuatro brazadas de la Isla de Elba!.
Con la caída de Napoleón, la villa quedó en propiedad de Paulina, pero ella siempre tuvo problemas para usarla ya que a árbol caído todos se apuntan a hacer leña.
A la muerte de Paolina, la casa la heredó su hermano Jerónimo Bonaparte, rey de Vestfalia, que a su vez la dejó a su hija Matilde en 1851. Para entonces la casa estaba completamente abandonada y en muy mal estado pero el marido de Matilde, el príncipe florentino, Anatolio Demidoff que estaba super forrado se propuso recuperarla.
La riqueza de los Demidoff provenía de la fabricación de armas y municiones y podemos imaginar que en una época de grandes colonizaciones, la clientela no le faltaba.
Demidoff era de origen ruso y concebía el matrimonio a su manera. Es decir, no tenía intención de renunciar a la amante, una tal Valentine de Sainte-Aldegonde, así que Matilde ni corta ni perezosa cogió las joyas de su dote, sin “acordarse” de que las había pagado Demidoff a su padre, ya que Jerónimo no tenía un real, y se largó a París en donde montó un salón literario con su amante el conde Émilien de Nieuwerkerke.
A Demidoff no le hizo mucha gracia y la cosa terminó en un tribunal ruso. El Zar Nicolás I autorizó la separación y además obligó al príncipe a pasar a la “pobre” Matilde 200.000 francos al año. Ni que decir tiene que el Demidoff se quedó sin las joyas.
No obstante estas peripecias, el príncipe encargó al arquitecto florentino, Nicola Matas, la construcción de un museo Napoleónico con su preciosa colección de objetos. A la muerte de Demidoff la villa quedó otra vez abandonada hasta que pasó a propiedad del estado en 1930.

Durante la II Guerra mundial los alemanes lo utilizaron como sede del mando. Al terminar la contienda el Estado italiano se preocupó de realizar una espléndida restauración completándola con muebles y objetos de la época napoleónica que son los que podemos ahora admirar.

lunes, 28 de abril de 2014

Las Termas de Saturnia

Todos sabemos la afición de los romanos a las termas y a los baños en aguas medicinales, en la alta Maremma (marisma) toscana hay un lugar encantado que merece la pena visitar y… darse un buen baño. Estoy hablando de las termas de Saturnia. Como cualquier sitio digno de interés, la historia de Saturnia se remonta a los dioses, (nada más y nada menos) de hecho parece que Saturno, que estaba hasta el gorro de que los hombres estuviesen todo el día de gresca, arrojó un rayo sobre la tierra. Este rayo no tenía muy mala leche ya que fue a crear un cráter del que surgió agua sulfurosa para ver si los hombres se calmaban. ¡Efectivamente! ese agua tiene propiedades mágicas que hacen que el que se entra en ellas salga más sabio y más alegre.
 Sabio, no sé si se sale, pero os garantizo que sales de lo más relajado y con la piel como la seda, pero como nada es perfecto, también sales con un cierto olorcillo a azufre. La temperatura es de 37º sea en invierno que en verano y fluye a unos 800 litros por segundo. ¡Vamos! es una auténtica pasada y también de lo más romántico, como lo refleja Niccolò Ammaniti en su espléndida novela “Ti prendo e ti porto via” (Te llevaré conmigo) en dónde los protagonistas van a darse un romántico revolcón en las termas de noche y la cosa acaba de lo más patético.
Volviendo a la historia de estas termas, la leyenda cuenta que Saturnia era una de las más grandes ciudades italianas, no hay documentación que lo confirme, lo que sí que se sabe con certeza es que ya existía en la época de los etruscos y que en aquellos tiempos se llamaba Aurinia, serían los romanos los que le cambiarían el nombre.
No vamos a encontrar grandes restos de su presunto gran pasado excepto alguna sección de las murallas que son del S. IV a.C, la puerta romana y cerca de la iglesia, hay un pequeño estanque cuadrado construido en época romana para uso termal.
En la Edad Media esta zona vivió las luchas entre Orbieto y Siena. Los esfuerzos se concentraron en las fortificaciones defensivas así que las termas y su manutención quedaron completamente abandonadas hasta que en 1828 el duque Leopoldo II de Medici, que estaba llevando a cabo grandes trabajos de rehabilitación de toda la marisma toscana, financió las obras de drenaje que facilitó la repoblación de esta zona de la Toscana. 
Hoy puedes ir al lujoso SPA y pagar o darte un baño el la zona pública que es la que sale en las fotos y que es gratis. 
El suelo, por la erosión, está compuesto por una infinidad de piedrecitas prácticamente esféricas, así que unas cangrejeras son de agradecer, aunque la mayoría vamos descalzos y no es para tanto.
Los fines de semana está a tope pero entre semana o en temporada baja están bastante despejadas 

http://www.termedisaturnia.it/file/data/saturnia-cartina.pdf

martes, 1 de abril de 2014

San Galgano: la espada en la roca

Un día del Siglo XII, en la provincia de Siena, en el corazón de la Toscana, un caballero medieval con su armadura y demás parafernalia llamado Galgano Guidotti se hartó de tanta batalla y hundió su espada en la roca jurando no volver a levantar la mano contra nadie y se puso a vivir en plan ermitaño. De esta acción tan personal nacieron dos cosas: una impresionante abadía (el hombre debía de tener don de gentes porque en seguida tuvo seguidores) y la leyenda de la espada en la roca.
 Para entender esta decisión tendremos que viajar a la Edad Media.

AD 1.115 Matilde di Canossa muere de gota.  Esta mujer extraordinaria que había puesto de rodillas al emperador Enrique IV,  era dueña prácticamente toda la Toscana hasta el Adriático, dejó todas sus posesiones al Estado Pontificio con el consecuente revote del Emperador que impugnó el testamento dando comienzo a unos 100 años de guerras, año arriba, año abajo. 
Matilde era de la misma pasta que Leonor de Aquitania, esa les hacía la guerra a sus maridos, dentro y fuera de la alcoba,  (el primero era rey de Francia y el segundo de Inglaterra) para imponer su voluntad e intereses. La de Canossa con seis años vio morir a su padre envenenado,  sus dos hermanos morían en “extrañas circunstancias” al poco tiempo.
Fotos Daniela Regoli
Su seguridad dependía de su capacidad en mantener a todos a raya, por el norte la codicia del Sacro Imperio y al sur las ambiciones del Papa. Con tanto trajín no es de extrañar que muriese sin descendencia. Eso, y el hecho de que su primer marido era jorobado y además le llamaban “el Barbudo” ¡Vamos!!El sueño de toda mujer!.
Consecuencia de todas estas vicisitudes, los territorios toscanos se enzarzaron en unas luchas sin fin en las que participó nuestro Galgano, natural de Chiusino, que vinculado a Volterra, luchaba contra Siena y perdió.

La leyenda narra que San Galgano pertenecía a una familia rica y que dejando todo lujo plantó la espada en la roca y marchó de peregrinaje. En su ausencia tres ladrones intentaron robarla, la rompieron sin conseguir sacarla, atrayendo el castigo divino. Uno murió al instante, otro se ahogó y al tercero le atacó un lobo que le cortó las manos (en la ermita, en una vitrina, se pueden ver lo que queda de estas manos) pero se salvó en el último minuto porque se arrepintió y pidió perdón. La espada se reconstruyó y permaneció unida a la roca hasta nuestros días.
Una curiosidad, la famosa espada de Excalibur que aparece por primera vez en la obra de Robert de Baron es posterior a la historia de nuestro caballero de Chiusino, además, no deja de ser curiosa la similitud entre los nombres de Galgano y Sir Gawain, el famoso caballero de la mesa redonda. Probablemente fue la historia de San Galgano que inspiró, en parte, estas leyendas inglesas. Otra similitud es la  forma de la ermita en la que se encuentra estas reliquias, la Rotonda di Montesiepi, un diseño nada común para un templo, que recuerda ideológicamente a la famosa mesa redonda del Rey Arturo.
La monumental abadía, de estilo cisterciense, uno de los primeros ejemplos del gótico en toscana, empezó a construirse en el 1218, se completó en 1288. Tras una época de gran esplendor, la peste y las carestías del siglo XIV dieron inicio a un progresivo abandono. 

El techo y el campanario se cayeron en el SXVIII. Desde entonces estas ruinas son como una inmensa ventana de piedra que nos deja ver el espléndido cielo estrellado toscano.
Actualmente, en verano, estas ruinas son el magnífico escenario de conciertos, óperas y otros eventos culturales.  Yo he tenido la suerte de ver una Carmina Burana y os aseguro que es una experiencia maravillosa.

miércoles, 19 de marzo de 2014

El Jardín del Tarot en Capalbio

La Toscana es como un imán para artistas excéntricos, gente lunática de todo pelaje, condición y nacionalidad. En 1979 la escultora francesa Niki de Saint Phalle tuvo el antojo de construir, en la localidad toscana de Capalbio, un jardín con un tema de lo más curioso: las cartas del Tarot. Parecía una misión imposible y lo habría sido en cualquier otra parte del mundo pero no en Toscana, en dónde las ideas más increíbles y fantasiosas consiguen hacerse realidad. 
Fotos de Yan Zhu
Vista la variedad y cantidad de artistas que pasan por esta fantástica región, no creo que a la Saint Phalle le fuese difícil encontrar colegas que le ayudasen a realizar su sueño, pagando a tocateja, se entiende. 
Emplearon 17 años y pusieron su granito de arena artistas como: Venera Finocchiaro, Ricardo Menon, Rico Weber, Dok van Winsen, Sepp Imhof, Paul Wiedmer, Pier Marie e Isabelle Le jeune, Alan Favie, Marina Karella y sobre todo su marido Jean Tinguely.

Saint Phalle era una gran admiradora de la obra de Gaudí y la idea de construir un jardín legendario se la dio una visita a Bomarzo. De ahí todo fue ponerse. Evidentemente, la administración de Capalbio en esa época no podía comprender el proyecto pero pensaría: “¿qué quiere hacer un jardín súper friki en su propiedad? ¡Pues allá penas!” y le concedió los permisos. Actualmente, la administración es muy consciente del valor de este jardín y lo apoya activamente aunque sea una fundación privada.

Las esculturas las han realizado con una especie de esqueleto de hierro cubierto de cemento, a su vez, cubierto de mosaicos hechos con diferentes materiales, desde el cristal de Murano, que podemos ver por ejemplo en la cara de la sacerdotisa, a la cerámica o el espejo.
En este alucinante jardín están representados los 22 arcanos mayores en esculturas altas de 12 a 15 metros.
Podemos empezar por “el mago” con las manos recubiertas de pequeñas piezas de espejo, luego la sacerdotisa, homenaje a Bomarzo, de cuya boca sale una pequeña cascada de agua que va a dar a la rueda de la fortuna.  A dos pasos, nos encontramos con La Fuerza representada por una figura femenina que con una correa invisible domina a un dragón cubierto de espejo verde.
El Sol tiene la forma de un pájaro posado en un arco, La Muerte a lomos de un caballo con tanto de guadaña en mano para seguir con El diablo, El Mundo, El loco y El Papa. No deja de ser curiosa la lectura que podemos hacer: el sol que ilumina incluso a la muerte que persigue todo lo que concierne a este mundo. La carta del ahorcado está dentro del árbol de la vida y un poco más adelante está  La justicia, una mujer que tiene al interno una máquina que representa la injusticia inmovilizada por una veja con un gran candado.
Más alegre es la escultura que representa a los Enamorados que parecen Adán y Eva de merendola en el campo. Siguen El Ermitaño, La Torre y El Emperador.


Hay también escenas de caza, de dragones, de hombres heridos y una fuente que representa la lujuria con mujeres que juegan con el agua.
La carta de La Emperatriz tiene forma de esfinge y es prácticamente una casa, dentro hay in gran salón, un baño, un dormitorio y una cocina con todo lo que hace falta. Esta estructura fue durante mucho tiempo la casa de la artista.


No faltan las cartas de: El Carro, La Estrella, La Luna y El juicio pero la más bonita es la templanza puesta sobre una pequeña iglesia completamente cubierta de espejo con un pequeño altar en el que se apoya una Virgen negra en cerámica.

Sobre el tarot se han escrito toneladas de literatura. Hay gente que se lo cree como la Biblia, otros que lo viven como si fuese una especie de juego de la oca y otros que lo rechazan como una estupidez de mentecatos supersticiosos. Da igual cual sea tu convicción, Il giardino dei tarocchi de Capalbio es una experiencia estética impresionante, alegre y festiva que merece la pena visitar.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Bomarzo: el jardín de los monstruos o el Sacro Bosque

A 68 kilómetros al norte de Roma, entre las colinas de Viterbo, se encuentra el pueblo de Bomarzo, y a sus pies un parque difícil de olvidar.
La historia inicia en 1552, cuando el príncipe Pier Francesco Orsini, alias Vicino, aburrido de hacer batallitas deja de ser “condotiero” y contrata al gran arquitecto Pirro Ligorio, mismo que después de la muerte de Miguel Ángel se ocupó de las obras del Vaticano -  para construir un jardín, a los pies de la Casa de la Familia, "sol per sfogare il core",  para desahogar el corazón por la muerte de su mujer, Julia Farnese.
Lo cierto es que en esa época estaba de moda hacerse un jardín que demostrase, no tanto la potencia económica como las estéticas e intelectuales. Así surgieron jardines como el del hijo de Lucrecia Borgia, Ippolito d’Este, en Tivoli, Villa Lante en Bagnaia o Palazzo Farnese en Caprarola.
Proteo – Glauco
Vinicio era un tipo extraño. La familia Orsini cuenta en su linaje con dos papas y 34 cardinales además de otros muchos personajes de relevancia histórica pero él era de la rama pocha y el señorío de Bomarzo siendo importante no era una mina de oro.
Parece que Pier Francesco decidió crear un jardín que dejase estupefactos a sus visitantes o que recorrerlo sirviese de iniciación hacia secretos herméticos parecidos a los que más de 100 años después utilizarían las logias masónicas .
Las razones que tuvo Vicino para construir un jardín de estas características hoy en día no están claras.
Tortuga
El Orsini emplearía 21 años y casi todo su capital – a su muerte sus hijos estaban que trinaban - en construir 30 conjuntos escultóricos rodeados de un bosque frondoso con casi 70 tipos de plantas y un par de riachuelos para refrescar la canícula veraniega
El “parque de los monstruos” es una rara mezcla de magia, esoterismo y mitología, notas que encajan a la perfección en el alma del territorio,  un norte Lazial con tres importante componentes: el misterio etrusco, la potencia romana y el oscurantismo medieval dejando de lado completamente la religiosidad oficial.

Un recorrido iniciático
Como toda historia que se precie, desde Edipo hasta nuestros días, Bomarzo abre sus puertas con un misterio, o al menos su símbolo: dos esfinges, guardianas a la puerta, dos frases enigmáticas: “quien ande por este lugar con cejas enarcadas y labios cerrados, ni siquiera es capaz de admirar las famosas siete maravillas del mundo” “Tú que llegas aquí, presta atención y luego dime si todas estas maravillas fueron creadas por error o por Arte”. Con estas palabras iniciamos un recorrido que nos llevara de sorpresa en sorpresa, del enigma a la profecía.
Una enorme cabeza, con las fauces abiertas de par en par, representa Proteo – Glauco, dios marino con tanto poder que en su cabeza sostiene el globo terrestre y al castillo Orsini, adornado con las  alas de mariposa psique, que recuerdan el bautismo ritual que cumplió el monstruo encarnando las formas creadoras del mundo: el agua y el fuego.
No creemos que esto sea casual, es nuestra guía de viaje, saltaremos por enigmas y símbolos, en donde cada uno de los visitantes encontrara un significado único y personal, nuestro recorrido es solo una de las interpretaciones posibles del Bosque Sacro.

Del Mar al cielo
Tres símbolos importantes nos aguardan en nuestro itinerario, la colosal “Lucha entre los gigantes” ¿Hércules que desgarra Caco? o ¿la lucha entre el bien y el mal? La críptica la tortuga que lleva una victoria alada sobre el caparazón que hambrienta se apoya sobre una ballena. Al otro lado, sobre unas rocas, un Pegaso que se alza hacia el cielo. Casi como si quisiera decirnos que el camino hacia la victoria debe ser fuerte, voraz y tener la capacidad de mirar alto.
Desde este punto, una serie de esculturas de significado desconocido nos llevan hasta el ninfeo y la fuente con delfines. Las esculturas están muy deterioradas pero las tres gracias, hermanas de las musas, de las estaciones y de las horas, nos recuerdan la importancia de la belleza, de lo superfluo, mientras la fuente con delfines retoma el tema del agua fuente de vida.

De los sentidos al mito
La casa torcida
De repente, los restos musgosos de un escenario, para recordarnos que un teatro es la vida y, para coronar el concepto de ilusión sensorial, encontramos  la casa inclinada.
Seguramente la estructura más sorprendente, dos pequeñas habitaciones en las que entrando, solo unos minutos, se siente un ligero mareo. Difícil creer la versión de las guías que la explican como una “broma” del príncipe a los amigos, que ingresaban para reposar y salían enseguida por sentirse mareados, parece más bien recordarnos la fragilidad de nuestras certezas.

Una terraza escoltada por 1.001- número singular- de urnas de  piedra, nos conduce a una fuente con un impresionante Neptuno y a pocos metros, continuando con el tema de la mitología marina, una ninfa durmiente. Por el camino Ceres, la diosa de la tierra, surge triunfante y nostálgica. Sin alejarnos demasiado, un elefante, prácticamente a escala natural carga con una sólida torre mientras masacra con la trompa a un soldado romano. 
Un recorrido que podríamos sintetizar así: la fragilidad de los sentidos, la potencia de la tierra y la derrota de los poderes terrenales.

De la vida a la muerte

La escultura símbolo del bosque sacro de Bomarzo es la cabeza de un ogro que, excavada en roca, parece abrir ferozmente la boca como si fuese un acceso al mundo subterráneo. Al interno, una mesa demasiado alta y demasiado alejada, del banco de piedra que recorre las paredes, para tener una función diferente a la de alguna extraña liturgia.
Un dragón simpático que o juega o lucha con un perro, un león y un lobo, el can Cerbero, la  Proserpina de los infiernos, Equidna, leones y la Furia, un recorrido que habla del “más allá” y nos conduce al templo, en teoría, construido para recordar la princesa Farnese. No podríamos llamarlo iglesia, parece un templo griego y aunque no faltan los símbolos cristianos tiene un olorcillo de lo más pagano.
La interpretación podría ser que las fuerzas arcaicas dominan la vida y la muerte.

Esto es Bomarzo, un jardín constituido por treinta conjuntos esculpidos in situ sobre enormes bloques de la roca madre que emerge de la tierra. Treinta creaciones extravagantes, fantásticas, sorprendentes que tocan toda la paleta de emociones: terror, regocijo, asombro, estupor, intuición de lo sagrado...

El Sacro Bosque permaneció varios siglos enterrado bajo la espesura, hasta que a mediados del siglo XX fue adquirido y restaurado por iniciativa privada. La pena es que sus actuales propietarios no parecen muy sensibles a los aspectos más filosóficos del lugar y prefieren promoverlo como un parque de atracciones.